El otoño de Marlies Dekkers no puede ser más evocador, bello y sugerente, se trata de una colección lencera inspirada en la intimidad de un siglo atrás que nos traslada a otro tiempo y también a otro lugar, a un rincón entre las bambalinas de París.
La lencería, salvo cuando se rinde al completo a la funcionalidad, tiene algo de misterio y seducción, de misterio porque habita oculta tras otros tejidos y de seducción porque con sólo insinuarse en la transparencia de una blusa o en una sugerente caída de hombros provoca e incita... rinde las voluntades ajenas.
Es ese poder de seducir propio de las prendas lenceras el que las convierte en lienzos perfectos para la creatividad de los artistas del tejido y en esto Marlies Dekkers no defrauda jamás, menos aún cuando su inspiración es tan sugerente como lo fueron los felices años 20; ni encajes ni transparencias, como suele ser tan habitual, protagonizan las propuestas lenceras de Marlies Dekkers para la intimidad otoñal, el color sí tiene un rol protagonista y se presenta en una paleta variopinta en la que no faltan el negro ni los tonos fríos pero tampoco el beige ni una sugerente gama de rojos y anaranjados; Marliers Dekkers recupera el corsé pero dándole un aire moderno y funcional del mismo modo que reinventa el liguero en una colección que tiene un toque vintage y dos de vanguardia.
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