Una parte de descaro, otro tanto de irreverencia, un tercio de atrevimiento y dos de frivolidad, unas notas de insolencia sazonadas con ironía y unas pinceladas de insinuación son los ingredientes indispensables para elaborar una de las recetas más deliciosas del mundo: la provocación.
Todo un arte, en realidad. Un ejercicio de fantasía fascinante cuya esencia, la interpretación, convierte en magia todo lo que toca. Dispuesta a rendir homenaje a las más audaces escenas de seducción llega Naory –la línea más voluptuosa y atrevida del corsetero italiano Christies– con una nueva colección capaz de transformar el invierno en un tórrido intervalo temporal previo a la primavera.
En un escenario digno de “Chicago”, entre plumas rosadas, mesas de cabaret y el embrujo irresistible del piano-jazz, surge Tatyana Veryovkina ataviada de Naory. Frívola, traviesa, picante, insolente, la exuberante modelo nos muestra encajes y bordados sobre seda y satén, transparencias explosivas que ocultan más de lo que enseñan, ligueros y lazos, corchetes y cintas de raso o rejillas estratégicas. Las prendas fetiche –corpiños y corsés– se tiñen de negro y violeta, adornándose con brocados en plata o blanco y encajes chantilly. Complementos como guantes, tocados y tacones de aguja completan una colección cargada de erotismo y connotaciones burlesque, no exenta de ironía, además de un sutil sentido del humor.
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