La Caja de las Letras es un espacio tan jugoso como desconocido, donde se conservan el patrimonio literario de los creadores punteros de la cultura española e hispanoamericana. Se trata de un centro documental que alberga más de 60 legados depositados por diversos escritores, que también establecen una fecha de apertura para recuperar el legado. Entre ellos se encuentran todos los Premios Cervantes desde el año 2007.
Fue precisamente en 2007 cuando se inauguró este espacio recóndito, ubicado en los sótanos del Instituto Cervantes. El edificio, que terminó de construirse en 1918 fue durante décadas sede del Banco Español del Río de la Plata. En esa cámara acorazada se guardaba todo tipo de documentación, lingotes de oro y dinero de las grandes fortunas argentinas. Hoy, las 1800 cajas de seguridad conservan retazos de la vida, trayectoria profesional, recuerdos personales con nombre propio. No sólo escritores. También se encuentran allí los momentos vitales de cineastas (Luis García Berlanga), músicos (Manuel de Falla), actores (Nuria Espert), bailarines (Alicia Alonso, Víctor Ullate) o científicos (Margarita Salas).
El primer invitado a depositar su legado en la Caja de las Letras fue Francisco Ayala (Premio Cervantes 1991). A él se han ido sumando en estos trece años nombres como Juan Marsé, Elena Poniatowska, Juan Gelman, Caballero Bonald, Nicanor Parra, Ana María Matute, Eduardo Mendoza, Sergio Ramírez, Ida Vitale o —el más reciente— Joan Margarit. También se conservan legados in memoriam de personalidades que ya habían fallecido, como García Márquez, Miguel Hernández, Buero Vallejo o Alejandra Pizarnik.
Mario Muchnik dejó una caja de música y una flauta de su remota niñez; mientras que John Elliott legó el reloj que compró en Suiza a los 16 años con el dinero obtenido por su primer libro. No se sabe a ciencia cierta, pero dicen que Berlanga encerró allí un guion inédito. El misterio se desvelará en 2021, fecha señalada para la apertura de la caja.
Sí sabemos que en el buzón de los Machado, con el número 1722, hay una urnita con tierra de tres ciudades machadianas: su Sevilla natal, el cementerio de Coillure y Madrid. ¿Qué guardó la gran Margarita Salas en la caja número 1568? Pues su primer cuaderno de e investigación escrito mano a mano con Severo Ochoa en Nueva York. La caja fue cerrada en febrero de 2008. Ella misma recogió su legado una década después.
Aunque el último en depositar su documentación más preciada fue Vicente Molina Foix (el 24 de enero de este año), el recorrido virtual alcanza hasta diciembre de 2019. Molina Foix dejó escritos en los que resume su trayectoria literaria y reflexiona sobre el futuro. Poco después, el irlandés Ian Gibson hizo lo propio, legando dos libros de Gerald Brenan, autor que le marcó en su decisión de estudiar la historia reciente de España. El primer legado a distancia tuvo lugar en el mes de febrero. Fue esta vez Paul Preston quien entregó desde Londres un ejemplar de su primer ensayo, La destrucción de la democracia española (1978), con anotaciones de Sir Raymond Carr, que analiza la Segunda República y rastrea los orígenes de la Guerra Civil.
Las últimas en llegar a tan prestigiosa caja han sido las filósofas Victoria Camps y Amelia Valcárcel, que depositaron el 4 de marzo objetos relacionados con sus respectivos maestros: López Aranguren y Carlos Castilla del Pino.
El paseo digital por la cápsula del tiempo del Cervantes permite al visitante el acceso a estos simbólicos legados, a su contenido, a la huella que han ido dejando sus protagonistas.
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