Militar de carrera, jefe de los Mossos d’Esquadra y mano derecha de Francesc Macià, después de Lluís Companys. Federico Escofet Alsina, figura clave durante la II República, no era más que Federico para Inmaculada y Rosa María. Cuyaya y Tomía, dos niñas por aquel entonces. Dos gotas de agua que cuando contactaron con Sonsóles Ónega, hace apenas tres años, ya habían rebasado la barrera de los ochenta.
Las hijas de Carmen Trilla conocieron a Federico un par de días después de que su madre y él sellaran con una mirada un amor indestructible. Un pasaje hacia el desastre que transcurría paralelo al de una de las etapas más conflictivas (otro desastre) de la Historia española. Pero eso la autora no lo supo hasta después. Porque mientras Federico fue simplemente un nombre sin apellidos, la historia que las gemelas le narraban era la de un amor turbulento, clandestino; la de una mujer valiente que se echó a la espalda la ley de la calle para disfrutar plenamente de una pasión prohibida.
"Disfrutar" es mucho decir. "Plenamente", una quimera. Era mujer y, además, adúltera. Y en la España de los años 30 —pese a las libertades y derechos reconocidos sobre el papel—, la sociedad no admitía semejante comportamiento. Menos aún la de alta alcurnia a la pertenecía Carmen, la principal protagonista de Después del amor.
Era 1933 cuando Federico Escofet y Carmen Trilla coinciden en un tren. Ambos casados. Ambos condenados a representar el papel de los perfectos compañeros en sus respectivos matrimonios, ya deshechos. Él por su posición social. Ella, además, por su condición femenina. De hecho, y a pesar de la evolución de su amor, Carmen no figura en la biografía oficial de Escofet. Sí en los cuatro folios clandestinos que el biógrafo del militar reveló a la autora.
Fue entonces cuando en esa historia humana, fascinante y real, se entrometen los ingredientes políticos, sociales e históricos que Sonsóles Ónega desmenuza con rigor periodístico. Uno de los grandes logros de una novela plagada de instantes donde la intensa historia regalada por las hijas de Carmen convive con la narración exacta de las circunstancias temporales en las que se desarrolla. Periodista y escritora se entremezclan casi por casualidad y coexisten con extraordinaria maestría.
Aunque la autora sitúa muy bien los personajes y los hechos en un contexto histórico-político convulso, insiste en que no se trata de una novela sobre la Guerra Civil, tampoco sobre la Segunda República. Es una historia de amor furtivo, tan complejo como los momentos que se relatan en la misma. El amor no sólo gira en torno a los amantes, sobrevuela en cada una de las casi seiscientas páginas que reconstruyen el relato de las gemelas Escardó. Y lo completan, pues hay un millón de injusticias que la novela repara y que la niñas de entonces, octogenarias hoy, desconocían. Entre ellas, el exilio o la dichosa culpa que empaña los valores de una mujer sin fecha de caducidad.
Tal vez sea una apreciación mía, pero creo que en el fondo de Después del amor subyace una reivindicación de la condición femenina. De los actos individuales que cada mujer esgrime a diario en aras de una libertad plena todavía no conquistada. Porque aunque es cierto que la arquitectura legal del siglo XXI hubiera forjado una Carmen diferente, le hubiera exigido un sacrificio mucho menos doloroso, existen prejuicios aun no superados.
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Después del amor. Sonsoles Ónega. Premio de Novela Fernando Lara 2017. Editorial Planeta. ISBN: 978-84-08-17390-8 . Fecha de publicación: 13 junio 2017.