María Blanco, Afrodita desenmascarada.
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Afrodita desenmascarada: una defensa del feminismo y la libertad individual

En 'Afrodita desenmascarada', María Blanco desarrolla y defiende con brillantez las pautas de un feminismo individualista. 

El machismo existe. La discriminación y la desigualdad, también. Sólo hay que echarle un vistazo a la Historia —sin profundizar en exceso— para comprobar que a las mujeres nos negaron el acceso a la universidad, al voto o la independencia económica hasta bien entrado el siglo XX.  Las artes, la literatura, las profesiones liberales y otros espacios mucho menos enriquecedores han sido igualmente territorio exclusivo del hombre durante siglos. De nada sirve negar la existencia de la mentalidad machista, incluso en pleno siglo XXI.

Sin embargo, mucho antes de alcanzar estos logros —el voto, el acceso a la educación y al mercado laboral en condiciones de igualdad, la abolición de la esclavitud..., tan obvios en el Occidente actual que ni siquiera los valoramos— muchas mujeres se enfrentaron a los prejuicios sociales, religiosos y culturales; se abrieron paso a dentelladas en territorios tradicionalmente masculinos y nos pusieron en bandeja a las generaciones posteriores unas cotas de libertad inimaginables para ellas.

Entonces, ¿por qué hoy la humanidad, tras superar infinidad de catástrofes (guerras, epidemias, injusticias, esclavitud, desastres  naturales y no tanto), mantiene esa mentalidad machista tan nociva para todos? ¿A qué se debe la persistente pasividad de las mujeres de nuestro tiempo más centradas en el gesto de rebeldía que en lo que representa ese gesto?

Esta es la pregunta que se hace María Blanco y sobre la que gira su libro Afrodita desenmascarada (Deusto). No es la única cuestión que se (nos) plantea la autora, aunque tal vez sí la esencia del nuevo feminismo que propone.

El Estado es el enemigo de la mujer.

El feminismo no es un estatus que alguien nos tenga que conceder o arrebatar.

“Nuevo” es un término bastante inexacto para definir la línea de pensamiento de María. Lo he expresado así para diferenciarlo de ciertos planteamientos muy en boga —y, sin duda, absolutamente bienintencionados— que, lejos de beneficiar a la causa feminista, la desvirtúan. Esta es una opinión personal, pero creo que enlaza con otro de los dogmas que se cuestionan en este libro y la principal reivindicación de la autora: nadie tiene el monopolio de lo que piensan las mujeres, ni del feminismo auténtico, ni de la feminidad.

A partir de ahí y del hecho incuestionable de la existencia (y persistencia) de la discriminación y la mentalidad machista, María Blanco desarrolla y defiende con brillantez un feminismo individualista. Y aclara, no se trata de un individualismo peyorativo y ostracista, sino de una actitud basada en el comportamiento individual, en la libertad personal (con la responsabilidad que conlleva el ejercicio de dicha libertad), en la no delegación de nuestros intereses, en la no autovictimización y en el rechazo rotundo a las etiquetas.

Financiar logros con dinero público no es empoderar a la mujer, sino hacerla dependiente de un Gobierno determinado.

Para ello repasa con precisión las diferentes corrientes feministas. Desde las pioneras reivindicadoras de la igualdad ante la ley, la mayoría anarquistas (Mary Wollstonecraft o Judith Sargent Murray), hasta las últimas, dominadas por la manipulación política y mediática, en gran parte responsables del descrédito del feminismo actual. Aborda asuntos tan polémicos como las denuncias falsas, la prostitución, la pornografía, el aborto o los vientres de alquiler (me niego a llamarlo gestación subrogada como imponen las leyes de lo políticamente correcto; esto también es algo personal). Analiza las políticas de género y las dirigidas a la conciliación. Cuestiona a las "supernovas" de Twitter; se adentra en temas complejos como el feminismo islamista o  el desconocido feminismo oriental y pone en tela de juicio el feminismo radical como la única forma legítima de luchar por los derechos de la mujer. El Estado, como adalid casi exclusivo de la defensa de los derechos femeninos, también sale malparado.

En cada uno de los capítulos, presenta argumentos sólidos —se pueden compartir o debatir; no los esgrime como doctrina, menos aún como la solución perfecta, ni siquiera como solución—; aporta datos contrastados y contrastables; ni por asomo infravalora el sufrimiento de las víctimas de la violencia, la discriminación o la violación sistemática de los derechos de las mujeres; ni de lejos disculpa la gravedad de los delitos. Al revés, aboga por su persecución.

La existencia de maltratadores no define al hombre en general. Ni las feministas excluyentes representan a las mujeres. Fomentar el discurso del odio no ayuda a la convivencia en la igualdad.

Sobre todo, desmonta estereotipos: La existencia de maltratadores no define al hombre en general. Ni las feministas excluyentes representan a las mujeres. Fomentar el discurso del odio no ayuda a la convivencia en la igualdad. Y, por supuesto, trata de solucionar problemas. Aunque deja bien claro desde el inicio que ella no tiene la varita mágica para acabar con esto de un plumazo, muestra cómo las medidas radicales actuales no hacen mejorar la situación.

Con estas palabras, María establece las pautas de un discurso coherente, al tiempo que se esfuerza por separar conceptos. A la víctima de la victimización reiterada (la mejor manera para encadenarse y no avanzar); al “empoderamiento” demagógico del poder real —el que todas tenemos y muchas se empeñan en delegar en instituciones y políticas que sólo buscan su interés—. Diferencia el significado de pedir ayuda al de dejar en manos ajenas la gestión de nuestros intereses. Equipara la derecha rancia con la izquierda radical —igualmente rancia—, macarras de la moral, que se han apropiado del feminismo y lo han convertido en instrumento de sus intereses políticos.

Por eso es indispensable ejercer la rebeldía desde la individualidad. Porque recurrir al Estado para conseguir nuestros fines, implica no sólo delegar la gestión de nuestros intereses legítimos, sino algo mucho peor: vendernos a los suyos.

María, a través de Afrodita, desenmascara conceptos como el miedo, la culpa, la inseguridad, la soledad, la autoestima, la manipulación, el poder. Y no, no todo vale. Leedlo.

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Afrodita desenmascarada. María Blanco. Fecha de publicación: 16/05/2017 | 224 páginas | Idioma: Español | ISBN: 978-84-234-2733-8. Deusto.

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