28 de noviembre de 1963. Washington D.C. Se celebra el funeral de estado por el presidente de los Estados Unidos de América John F. Kennedy. Cuando el desfile pasa a la altura de la Catedral de St. Matthews, el fotógrafo Stan Stearns capta una de las fotografías más reproducidas e icónicas del siglo XX: el hijo de Kennedy, John Jr., de tan sólo 3 años de edad, se adelanta unos pasos y realiza un saludo militar al paso del féretro. Aquella imagen mezcla de morbo, inocencia infantil y demostración de cariño se convirtió automáticamente en un éxito. En aquellos tiempos revueltos, de futuros inciertos, tan sólo le arrebató el Pulitzer a la mejor fotografía la del asesinato del a la vez asesino de su padre, Oswald. Círculos extraños que se cierran.
Comenzaba así la carrera mediática de otro Kennedy. Otro infante de la que llamaban familia real de América. Otro rostro mitad para el Hola, mitad para el New York Times. Otro aspirante eterno a ocupar el trono, a ser como poco candidato a la presidencia. Otro Kennedy mujeriego y juerguista, otro soltero de oro en Nueva York, donde vive ya adulto y ocupa tantas portadas como corazones femeninos. Tiene toda la pinta de recorrer punto por punto todas las características familiares, el camino marcado, la herencia.
En 1995, sin embargo, ya fuera por alejarse de ese camino, o por recorrerlo a su manera, John John se alía con el magnate Michael J. Bergman y saca al mercado una nueva revista: George. La nueva publicación tiene un interés primario, acercar la política al ciudadano de a pie, hacer una información diferente y atractiva. Lo que más destaca, y lo que más se critica, es lo que más se ve, una portada con la foto de la entonces Super Top Model Cindy Crawford disfrazada de George Washington. Y las portadas siguientes incidirán en mostrar a personajes públicos sin relación con la política en fotografías que no dejan indiferente al en el enrevesado mundo de Washington. Drew Barrymore evocando a la Marilyn que cantó el Happy Birthday a papá y enfadó tanto a mamá, Robert de Niro de nuevo como George Washington, Demi Moore, Barbra Streisand, Kate Moss... Y en el interior, John John y su equipo intentan hacer honor a las portadas con columnas, entrevistas y análisis sobre el día a día de la política norteamericana desde un enfoque diferente.
Pero puede que si naciste pa martillo, del cielo te caen los clavos; y que si naciste para Kennedy, del cielo te caen las tragedias. Y así, el 16 de julio de 1999, un accidente de aviación acaba con la vida de John F. Kennedy Jr, su mujer y su cuñada en la Costa Oeste de Estados Unidos. La tragedia se ceba de nuevo en el apellido, y de nuevo el mundo les mira con una mezcla de compasión, morbo y "osestábienempleado" no exento de envidia mal disimulada. Ya nunca sabremos si otro Kennedy, este Kennedy, hubiera llegado a la Casa Blanca, culminando el círculo de regresar al hogar que le vio nacer. Lo que sí sabemos es que intentó algo diferente, algo suyo, que erá más John que Kennedy. Tanto era así que George sólo le sobrevivió un año. Pero ahí nos quedan las portadas para demostrarnos su manera de hacer o de entender la política. Ahí nos quedan las portadas de George. las portadas de John John.
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