Cine

Yo Tarzán, Tú Tarzán, Él Tarzán... y unos cuantos más Tarzanes de cine

Rey de la Selva hay sólo uno, pero Tarzanes en el cine, muchos. Incluso algunos que ni son Tarzán.

Hay mucha historia cerca y alrededor del personaje de Tarzán. Casi, casi tantas como las que protagoniza el buen salvaje que Edgar Rice Burroughs, aquel chico de Chicago que antes de escritor había sido de todo en la vida, incluso soldado del Séptimo de Caballería, se sacó de la manga en 1912 para la revista All Story Magazine. La fascinación de lo desconocido, la llamada que África producía por aquel entonces y, por supuesto, la indudable habilidad de Borroughs en la creación del personaje y su entorno, hicieron desde aquel comienzo que Tarzán se convirtiera en todo un éxito. Ayudaba también, desde luego, el hecho de que no existiera la televisión ni la radio y que el cine aún estuviera en pañales como creador de mitos universales.

De afilador de lápices a dueño de un rancho al que llamó Tarzana, el mismo nombre que terminó teniendo el pueblo que se generó a su alrededor. Todo eso y más consiguió el escritor de la veintena larga de novelas que escribió con el hombre mono como protagonista. Y los cómics, un éxito sin precedentes, y seriales de radio y más tarde de televisión. Incluso una adaptación musical en Broadway. En realidad, las aventuras de Tarzán, aunque ya no tengan la fuerza de antaño, supusieron la creación de todo un universo de ficción a su alrededor.

Y por supuesto, nada de ello se hubiera mantenido hasta ahora sin que el cine tomará el relevo de las novelas y los cómics en los años 30 y se convirtiera en el medio definitivo que exportó a todo el mundo el personaje y sus hazañas. Más de dos centenares de películas con Tarzán como protagonista se han estrenado desde que lo hizo la primera, en 1918, hasta que en estos mismos días lo ha hecho la última.  a este 2016, se han producido más de dos centenares de películas del personaje. Y esto sin contar con imitadores y caricaturas varias del personaje, llevadas a cabo con mayor o menor descaro y con varios grados de acierto, aunque ninguna haya logrado palidecer la esencia del personaje, esa que hace que cualquiera de nosotros se ponga a gritar como un Weismuller cualquiera cuando se agarra a una cuerda que cuelga de un árbol. Cosas de unas cuantas sobremesas de sábado en la infancia viendo al nadador olímpico, a Jane, a Boy y, por supuesto, a Chita. Como pasa el tiempo. ¿Un paseito por los hombres de la Selva?