Como en cualquier otra disciplina deportiva, triunfar el mundo del boxeo no debe ser nada fácil. A tenor de la cantidad de títulos y de grandes actores que han interpretado a boxeadores, tampoco es coser y cantar triunfar con una película dedicada al mundo definido por esas 12 cuerdas. Y es que ya sea por su faceta de lucha sin artificios entre dos hombres, ya por ese mundo que nos suele describir el cine, lleno de gángsters que amañan peleas, detectives privados que las investigan, boxeadores que salen de la nada para llegar a lo más alto, chicas de barrio que les entregan su corazón, mujeres fatales que se lo quitan y entrenadores talluditos de toalla en el hombro y colilla de puro en la comisura de los labios, el boxeo es posiblemente el deporte más representado en el celuloide de una u otra manera, como tema central o como fondo dramático para recrear cualquier situación que se nos pueda ocurrir, desde un romance a una confrontación política.
Robert de Niro, Alain Delon, Russel Crowe, Paul Newman, Daniel Day-Lewis, Kirk Douglas, Errol Flynn... la lista es para asustarse. Claro que esto no impide que lleguen nuevos aspirantes a este ring particular, como es el caso de Michael B. Jordan, protagonista del nuevo título de la saga de Rocky, reconvertido en esta ocasión Sylvester Stallone a entrenador del protagonista, hijo de aquel contrincante suyo de las dos primeras entregas y gran amigo desaparecido en la tercera. Es lo que tienen las sagas de 30 años, que llega un momento que hasta salen los hijos (Que se lo digan a Han Solo...)
Del drama a la comedia, pasando por las simples y puras películas de lucha, démonos un paseo alrededor de 25 cuadriláteros donde otros tantos boxeadores de cine afinan sus guantes y su juego de piernas para conseguir que les levanten un brazo en señal de victoria.
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