Una vez el cine superó su etapa de atracción de feria, en la que el motivo casi único que llevaba espectadores a las barracas y puestos -muchas veces, por no decir en su mayoría, ambulantes- era lo sorprendente de ver proyectadas imágenes en movimiento, una vez se convirtió en un negocio y comenzó a surgir la industria del cine, empezó también la lucha por los espectadores entre las diferentes compañías que iban naciendo para satisfacer su demanda. Y ya que aún no existía la televisión y que la radio estaba en pañales (las primeras emisiones de entretenimiento comenzaron en la década de los 20), la mayor responsabilidad en cuanto a llegar a los posibles compradores de una entrada era de los anuncios en los periódicos de la época y, sobre todo, de los carteles que inundaban las calles.de las grandes ciudades.
Así pues, el séptimo arte daba sus primeros pasos de la mano del diseño gráfico moderno, revolucionado con las vanguardias en esos primeros años del pasado siglo, dando lugar entre ambos a alguna de las piezas de cartelería más bellas de la historia, verdaderas obras de arte al servicio de la gran pantalla, por más que de la mayoría se hallen perdidos los nombres de los artistas de cuyos pinceles salieron todas aquellas piezas gráficas que nos traen, a través de los años, todo el sabor de los comienzos del cine.
Aquí os presentamos una docena de carteles que, por algún motivo u otro, ya sea la disposición de los elementos, su creatividad, la importancia de la película, su simbolismo o, simplemente, su belleza a primera vista, merecen estar siempre como muestra de un arte al servicio de otro, constituyendo un testimonio gráfico de aquella época en la que las películas aún estaban por empezar a hablarnos.De aquellos que, como dice la Norma Desmond de El Crepúsculo de los Dioses, no necesitaban las palabras, porque tenían los gestos.
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