Cine

Una decena de razones para seguir amando a Gene Kelly

Recordamos a Gene Kelly en el vigésimo aniversario de su último baile.

Hace 20 años que Gene Kelly cambio el escenario de su baile. Han pasado dos décadas desde que el año 1996 vio marchar al hijo del vendedor de fonógrafos. Ni siquiera habíamos cambiado de siglo, y ya dejábamos marcas de lo que no tendríamos en el siguiente. No estarían Astaire ni Kelly, los más grandes, los mejores bailarines que ha dado el cine. Se iba una leyenda del cine, el hombre que había cambiado el musical, llevándolo a un nuevo sentido con Un Americano en París y Cantando bajo la Lluvia. Bailó Gene Kelly, y ya nada volvió a ser lo mismo.

Así que no podemos olvidarle. Hay que seguir amando a Gene Kelly, hay que volver a tararear Singing in the rain en cuanto caigan tres gotas, hay que volver a ver Brigadoon, Les Girls, Las Modelos, Un día en Nueva York... hay que seguir admirando a este bailarín prodigioso, del que nunca nos deberíamos cansar. Hay que verle incluso cuando no baila, en La Herencia del Viento, o cuando baila sin que parezca que está bailando, como en Los Tres Mosqueteros, probablemente el mejor D'Artagnan que nos ha dado el séptimo arte. Hay que verle incluso cuando no le vemos, dirigiendo a  James Stewart y Henry Fonda (ahí es nada) en El Club Social de Cheyenne o a Barbra Streisand en Hello Dolly!.

Y es que Kelly era mucho Kelly haciendo de todo en el cine. No en vano, su único Oscar lo consiguió en 1951, el mismo año que Un americano en París conseguía 6 estatuillas, incluido el premio a la mejor película,  al reconocerle la Academia de Hollywwod su versatilidad como actor, cantante, director y coreógrafo, además de por su contribución al género del musical. Hacía de todo, y lo hacía bien, muy bien. Por eso, y por mucho que pasen veinte años más, seguiremos buscando razones para seguir amando a Gene Kelly.

Salir de la versión móvil