Cada vez se dice, y por lo tanto, se oye menos la expresión: "Voy a ver una de ...", pudiéndose rellenar el espacio de los puntos suspensivos con el director que prefiramos. Lo que se ha dado en llamar el cine de autor ha quedado relegado hace tiempo a salas minoritarias y a un público cuyo conocimiento cinematográfico está por encima de la media. Aquellos tiempos en que los puntos suspensivos se rellenaban con nombres como Hitchcock, Wilder, Ford o Houston se han ido quedando en el recuerdo superados por un cine cada vez más atento a las películas donde lo principal es el espectáculo de los mejores y más llamativos efectos especiales y atraer con ello al público adolescente.
De los pocos que aun pueden hacernos ir al cine sabiendo que su nombre, para bien o para mal, nos asegura un estilo propio, uno es Terrence Malick. El director tejano hace de cada uno de sus trabajos algo que podemos identificar. Desde su primera película, Badlands, hasta El árbol de la vida, pasando por su mayor éxito, La delgada Línea Roja, Malick nos da un cine en que las imágenes pretenden hablar casi como un intérprete más, como si las "mil palabras" de la frase tuvieran que ser verdad. A unos les parece pretencioso y aburrido, y a otros bello y fuertemente simbólico, pero lo que no se le puede negar es un toque diferente.
La nueva película de Malick se llama To The Wonder, y la protagonizan Ben Affleck, Olga Kurylenko, Rachel McAdams y Javier Bardem. Affleck y Kurylenko son un matrimonio con más pasado que futuro, Bardem un religioso con más fe en otros que en si mismo, y McAdams un amor del recuerdo que parece futuro. Y dirige Terrence Malick. Si ya conoces su manera de hacer cine, poco más que decir. Si no, es una buena oportunidad para hacerlo, aunque no esperes un ritmo endiablado ni unos diálogos chispeantes. En ambos casos, el lunes por la mañana quedará estupendo esa frase de "Este fin de semana he ido a ver la última de Malick".
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