Comienza la primavera y lo hace en cuanto a estrenos sin grandes títulos que echarnos a los ojos, o al menos, sin esas películas que todo el mundo tiene marcadas como visitas obligadas al cine, como puede ser el caso de las nuevas entregas de Fast & Furious, el Universo Marvel o el de Alien. Es decir, no hay ninguna película de sagas ni de superhéroes. Raro, pero no tiene que ser malo. Por ejemplo, nos da la oportunidad de disfrutar la excelente interpretación de Jake Gyllenhaal en Redención, la nueva película del Antoine Fuqua, una película encuadrada en el género del boxeo, y nunca mejor dicho lo de encuadrar, porque se ajusta a los cánones de los relatos sobre el deporte de las 12 cuerdas como un guante -nunca mejor dicho-, con lo bueno que eso tendrá para los amantes y lo malo que conllevará para los detractores.
Tampoco escapa de estar encuadrada en un género determinado la sueca Un hombre llamado Ove, en este caso el que engloba las historias con anciano nuez, duro por fuera pero con lo mejor por descubrir en el momento que alguien logra romper su cascarón. Película de gruñón con corazón, vamos, de esas que nos enternecen aunque sepamos desde el primer momento cómo y porqué nos van a provocar el consabido ablandamiento. Por si queremos ir conociendo al personaje, se trata de la adaptación a la gran pantalla de un best-seller del escritor sueco Fredrik Backman.
También adaptación, aunque en este caso de un manga de éxito, es I Am a Hero, película que por no descuadrar de las dos anteriores, también podemos colocar fácilmente en un género, a poco que nos salpique algo de la sangre de los zombis que persiguen al protagonista, un peculiar dibujante de mangas que se ve de repente en medio de la típica epidemia de tipos con la mirada perdida, el andar errante y los brazos colgando hasta que te ven y se convierten en una máquina de destrucción vía convertirte en hamburguesa. En resumen, tres películas que cubren tres géneros tan distintos entre sí como igualmente atractivos. ¿Hace un cine?