Cine

Palmeras en la nieve. Ya se hacen películas así

Palmeras en la Nieve lo tiene todo para triunfar. Sin apellidos ni Torrentes.

Kilian (Mario Casas) y su hermano Jacoobo (Alain Hernández) van a iniciar la aventura de su vida. En 1953 abandonan la montaña de Huesca para viajar a la lejana y exótica Fernando Poo, en Guinea Ecuatorial, donde su padre Antón (Emilio Gutiérrez Caba) les espera en la hacienda Sampaka, cultivando uno de los mejores cacaos del mundo. Medio siglo después, Clarence (Adriana Ugarte), a partir del descubrimiento por casualidad de una carta, comienza a descubrir la historia de pasiones y dolor detrás de aquel viaje de su padre y su tío, que termina empujándola a viajar ella misma a la tierra donde todo ocurrió y donde la esperan respuestas a todos los secretos.

Adaptación de un libro de éxito que narra una epopeya vital que se extiende duran décadas, llena de pasiones, dramas, victorias y derrotas. Protagonistas con nombre, tablas y belleza al frente del reparto. Una producción cuidada, de las de amor y lujo. Si estuviéramos en 1939, hablaríamos de Lo que el viento se llevó. Está claro que la versión cinematográfica de Luz Gabás no es la mítica superproducción sobre la novela de Margaret Mitchell, pero salvando las distancias, el simple hecho de abordar un trabajo de este estilo ya es una excelente noticia para el cine español, que se añade al estreno de películas de género como La Isla Mínima, el Desconocido...

Y es que además Palmeras en la Nieve se deja ver con interés, emociona a ratos, entretiene e incluso parece que se hace corta. Y está bien hecha, con un diseño de producción que se amolda a lo que la historia pide. Un gusto, oiga.

Año: 2015
Duración: 163 min.
País: España
Director: Fernando González Molina
Guión: Sergio G. Sánchez
(Novela: Luz Gabás)
Música: Lucas Vidal
Fotografía: Xavi Giménez
Reparto: Mario Casas, Adriana Ugarte, Macarena García, Celso Bugallo, Laia Costa, Emilio Gutiérrez Caba, Berta Vázquez, Fernando Cayo, Alain Hernández