Sábado, 4 de marzo de 1978. 12 añitos tenía el que teclea estas letras. Y comenzaba a emitirse en Tve una serie de dibujos animados que con sólo 32 episodios emitidos, hizo que todos los niños de mi generación tuviéramos el deseo nada secreto de querer descoyuntar nuestros brazos para que salieran volando al grito de ¡Puños Fuera! Si, claro, era Mazinger Z, y si nos hubieran dejado nuestros padres y las leyes, ahora el apellido de todos aquellos niños sería Kabuto. como Koji.
Pacific Rim no es Mazinger Z, pero como si lo fuese. Y yo ya no quiero ser Koji Kabuto, pero puede que aún sueñe a veces con batallas contra robots gigantes. Nadie es perfecto. Tampoco debe serlo Guillermo del Toro, más o menos de mi quinta (1964), que se ha marcado en esta película una sinfonía de monstruos, robots, combates, explosiones y cosas rotas volando por los aires. Robots gigantes tripulados para salvar al mundo de Monstruos gigantes. Suena a película para críos de 12 años. Y 35 años después de aquel sábado del 1978, es exactamente como me siento, como un crío de 12 años al que le apetece sentarse en un cine y ver una película de acción.
Los 35 años y la realidad volverán al salir. Pero puede que la sonrisa se quede un buen rato. Y a veces, eso es todo lo que se le debe pedir a una visita al cine.
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