Cine

Mil veces Buenas Noches

Excelente acercamiento de Binoche a las inquietudes de una reportera de guerra.

Nos sentamos en el sofá y encendemos la televisión para ver las noticias o para ojear el periódico. Y desde esa cómoda posición observamos el infinitamente más incómodo trabajo de profesionales como los reporteros de guerra. Es el suyo un trabajo arriesgado, en zonas de conflicto donde fácilmente pueden ser tomados como moneda de cambio por alguna de las partes, normalmente nada alejados de la línea de fuego. Nunca les he envidiado, pero reconozco el valor que le echan a su trabajo, e incluso la necesidad última de su existencia. Pero también muchas veces he pensado si les merece la pena. A ellos y a sus familias, a sus conocidos.

Puede ser que esa misma pregunta sea la que quiere contestar el director noruego Erik Poppe con su película Mil veces Buenas Noches. Y la responde al contarnos la historia de Rebecca (una magnífica Juliette Binoche), todo un ejemplo de lo que es una reportera gráfica actual en zonas de conflicto. Pero también alguien que se encuentra atrapada entre las exigencias de su labor periodística, con todas las preguntas sobre moral o necesidades personales que la surgen, y la atención a su familia. Esta elección se hará aun más necesaria y urgente al sufrir un accidente grave, que la empujara a decidir el camino que su vida tendrá que seguir a partir de ese momento.

Mil veces buenas noches es una película recomendable si lo que queremos es sufrir alguna pequeña (comparada con la que sufren ellos) incomodidad de conciencia cuando volvamos a sentarnos en el sofá a ver las noticias en la televisión o en el periódico. Y como hemos dicho, para encontrarnos con una excelente muestra del trabajo de interpretación de Juliette Binoche. Una buena opción, en conjunto, para visitar una sala de cine una noche de agosto.

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