Decia Jorge Luis Borges que "Enamorarse es crear una religión cuyo Dios es falible", y Oscar Wilde podría añadir que "El amor tiene fácil la entrada y difícil la salida". La protagonista de Love and Bruises, Hua -Corinne Yaim-, una profesora china que llega a París desde Beijing, y que se siente extraña en una ciudad que no conoce ni termina de aceptarla, sería un ejemplo perfecto para ilustrar el sentido de ambas frases, al comenzar una relación con Matthieu -Tahar Rahim-, que se desarrolla entre la pasión, la violencia y la necesidad del otro, manifestada sobre todo al intentar acabar la relación.
El amor no se entiende. Se tiene. Se ama. Se es amado. Y lo demás está ahí, alrededor, mirando sin explicar. El cineasta chino Lou Ye nos da esa visión -no muy optimista- alrededor del amor entre dos personas que es tan seguro que lo sienten como que les duele a ambas.
Película de las que no es fácil salir sin una opinión airada, de esas que salen de dentro, de esas que podemos emitir porque, precisamente, no somos nosotros los que estaban en la pantalla.
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