Cine

La desaparición de Eleanor Rigby

Dos puntos de vista diferentes para una misma historia de amor.

El cine tiene cosas como que a veces consigue que uno más uno no sean dos, si no uno. Eso es al menos lo que debe pensar el director Ned Benson, quien planteó contar la historia de una pareja, sus idas y venidas, sus acercamientos y sus desavenencias, en dos películas separadas que contarían esa historia desde sus diferentes puntos de vista, una película diferente para cada uno de ellos. La historia global se titulaba La desaparición de Eleanor Rigby, y las dos versiones se subtitulaban Él y Ella, respectivamente. Imagino que, a pesar de ser presentada de este modo en el Festival de Toronto, los que ponen el dinero no estaban muy por la labor de arriesgarse a que la cosa no funcionara, vaya a usted a saber por qué marketiniana razón. Así que al final, aunque los dos montajes es posible que se vean en algún cine de arte y ensayo o en alguna sesión de las de imposible de ir, la película se estrena con un montaje conjunto que combina las dos versiones y que se subtitula Ellos.

El planteamiento es el mismo. Ella (una magnífica Jessica Chastain) se llama Eleanor y él (James McAvoy), Conor, y son una pareja de las de estantería, de esas que parecen hechos el uno para el otro y el otro para el uno, ríete tú de los mosqueperros. Pero la vida no entiende de perfecciones, y algo ocurre que golpea con fuerza esa relación, rompiendo los lazos que antes parecían tan fuertes. Se nos sigue contando todo esto desde ambos puntos de vista, lo que hace que tomemos conciencia de lo absurdo de algunas convicciones que solemos tomar como ciertas y razonables y que, a pesar de los cortes en el montaje, funcionan sin hacernos pesada la narración, a lo que contribuye el buen trabajo de los actores princípales, con especial atención a Chastain.

La desaparición de Eleanor Rigby es una película romántica diferente, que no llega a la perfección, pero que cumple su cometido al contarnos una historia que, precisamente, tiene su base en que las personas no tenemos nada de perfectas.

 

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