Nos encanta pasar miedo. Miedo controlado, claro. Miedo del que sabes que termina, que acaba al salir del cine, al terminar el libro, al devolverte el dinero Hacienda. Puede que eso nos ayude luego con otros miedos más irracionales o más cotidianos, como una especie de entrenamiento, o puede simplemente que nos guste sentirnos vivos a través de imaginarnos o presenciar amenazas irreales. Y el miedo a lo desconocido, a lo que no comprendemos, a lo que está más allá de nuestra comprensión, como si no pudiéramos dejar de abrir esa puerta que nos han dicho que no abramos.
Expediente Warren: The Conjuring es una película de miedo. No es que la historia aporte nada nuevo -se trata de una casa encantada- pero eso no significa que no funcione a la perfección en lo que se propone: que mientras estemos en la sala estemos con el alma en vilo. El responsable del asunto es James Wan, quién ya nos intranquilizo en Saw -idea novedosa pero luego demasiado estirada en sus secuelas- o en la más reciente Insidious, por ejemplo. Una casa en medio de ninguna parte, una familia que comienza a vivir en ella y nuestros nervios a flor de piel con cada enfoque de cámara.
En resumen, Expediente Warren: The Conjuring es una película más que recomendable para todos aquellos que nunca dicen "no" a pasar un buen rato pasándolo fatal. Que lo paséis de miedo.
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