Hablaba el otro día, en el 66 de Sunset Boulevard, sobre los finales de algunas películas. Perfectamente podría haber añadido a esa lista el final de la primera versión de El Planeta de los Simios, esa en la que un horrorizado Charlton Heston se arrodilla delante de los restos de una destrozada Estatua de la Libertad por el mar y el tiempo. La película fue un auténtico boom en su estreno, convirtiéndose con los años en una película de culto e iniciadora de una saga de películas de serie B que sólo pretendían estirar la gallina de los huevos de oro. Tras un fallido intento a cargo de Tim Burton de revitalizar la franquicia en 2001, hace un par de años Hollywood volvió a la carga con El Origen del Planeta de los Simios, una interesante y entretenida cinta que se apartaba del concepto original de los años 60 y comenzaba explicando los orígenes de la evolución de los simios, planteándolo casi en términos de revolución y levantamiento de una raza oprimida.
Nos llega ahora la continuación, El amanecer del planeta de los simios, donde seguimos la narración a partir de un punto algo más avanzado del que se había quedado la anterior entrega. Un virus a diezmado la población humana y los simios son ya la raza dominante, con la cual un grupo de humanos sobrevivientes pretenden alcanzar un acuerdo. Como imagináis, esta no será fácil y ambas partes pasarán por aventuras y desventuras hasta que lo consigan... o no.
Dirige Matt Reeves y vuelve a protagonizar, aunque sea a través de la captura de movimientos, Andy Serkis, a quien acompañan Jason Clarke, Gary Oldman y Keri Russell. Entretenimiento asegurado en una de Ciencia Ficción a la vieja usanza. Sólo falta un Cadillac descapotable del 63 y un auto cine. Pero si no, con unas palomitas seguro que basta.
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