Acostumbrados como estamos a esto de las sagas, universos cinematográficos, series y demás listas más o menos amplias de lanzamientos multidisciplinares acerca de un mismo tema, no debería sorprendernos la existencia misma de La guerra del planeta de los simios, tercera parada en la epopeya que relanza aquel mundo de finales de los 60 dominado por simios en el que aterrizaba Charlton Heston y que ahora vemos más desde el punto de vista de Andy Serkis digitalmente convertido en el chimpance César en una especie de precuela que anticipa como el mundo en el que vivimos pudiera convertirse en el mundo en el que viviera Heston. Piruetas en el tiempo cinematográfico.
En realidad, lo que si nos puede sorprender es que una película tercera parte de algo sea tan interesante y aporte tanto como lo hace la nueva entrega del planeta de los simios, saga que por otra parte también tiene un punto más de calidad que algunas otras, de la misma manera que su uso de las imágenes generadas por ordenador tiene un sentido y una inteligencia que destaca frente a la mayoría de explosiones de efectos especiales sin sentido. A los que siguen la historia desde el principio, poco más habrá que contarle, y a los que no lo han hecho, es conveniente recomendarles el visionado de las dos primeras entregas, aunque no sea imprescindible para disfrutar del espectáculo.
Casualmente, la guerra de los simios comparte fecha de estreno con otra tercera parte, en este caso la continuación de la saga automovilística de Pixar, Cars 3, que vuelve con toda la fuerza y calidad de la empresa de animación, toda una garantía en esto de la diversión en familia, tan necesaria en estos tiempos de descanso para los chavales. Mejor acompañarles al cine sabiendo que no sólo se lo van a pasarlo bien ellos. Y a poco que que nos pongamos en situación, esta tercera entrega de las aventuras y desventuras de Rayo McQueen nos va a poner la sonrisa en la boca.
Y de eso precisamente, de poner sonrisas en la boca saben mucho los múltiples creadores de un género que bien podría llamarse comedia británica, repleto de títulos que han heredado lo mejor de la ya perdida alta comedia de Hollywood para combinarla con cierta sutileza europea y lo mejor de la ironía de las islas dando como resultado películas tan inteligentes como divertidas, tan sutiles como ligeras en el mejor sentido de la palabra. Comedia romántica de altura, Su mejor historia es una más a añadir a la lista, con Bill Nighy (tan presente y extraordinario en otros títulos del género) y Gemma Arterton en el centro del cotarro.
Terceras partes que si que fueron buenas y una de sonrisas. ¿Hace un cine?