Acaba el mes de mayo y en lontananza, que viene a ser un "lejos que te cagas" pero dicho a lo Cervantes, aparecen los piratas y pirateos de Jack Sparrow, ese Lazarillo de Tormes crecido y hecho canalla, bellaco y bucanero a mayor gloria de la Disney y de nuestro disfrute. La nueva aventura se titula Piratas del caribe: La venganza de Salazar, y tiene a bien presentarnos al nuevo villano antagónico de Sparrow, el Capitán Salazar del título, interpretado por Javier Bardem.
Ya no hay piratas en el cine, quizás porque curiosamente Jack y sus amigos han tenido el efecto contrario al que suelen tener las películas o sagas con éxito reverdeciendo temas o géneros, monopolizando en este caso todo el posible mercado para aventuras en el mar en las manos de estos caribeños bucaneros que, dadas las tramas generadas, bien se podrían presentar como los cobradores del frac subsección Jack Sparrow, que el tío ha ido dejando deudas como para enfadar a los navegantes de 9 de los 7 mares de este mundo.
Porque, efectivamente, Salazar tiene una deuda con Sparrow, y Sparrow necesita un objeto mitológico para salvar su picaresco trasero y nosotros asistimos con el necesario retraso en la edad marcada en nuestros DNI a los juegos artificiales de un guión sin demasiadas sorpresas pero con el sabor necesario para añadirlo a las palomitas y disfrutar, una vez más -y que no sea la última-, de una de piratas.
Wilson, el protagonista del segundo de los estrenos de esta semana, no es Sparrow, pero comparte con el pirata su querencia a cabrear al personal, aunque transitando por diferentes caminos. Wilson es la adaptación a la gran pantalla del personaje de cómic -si, otro más- creado por Daniel Clowes. Humor corrosivo para seguir las peripecias de un misántropo con el que es complicado ejercer la misantropía.
Si Sparrow y Wilson son dos tipos sin duda peculiares, tampoco escapan a esa definición los protagonistas de Entre los dos, película irlandesa que completa nuestra trilogía semanal de recomendaciones -chúpate esa, Jackson-. Un tío en libertad condicional que debe cuidar de su narcoléptica sobrina en un remoto paraje de Irlanda. Una familia diferente para un drama familiar distinto.
¿Hace un cine?