Es posible que la maldición de La momia exista en realidad, por más que nuestras tecnológicas mentes del siglo XXI se resistan a creerlo. Y es que tiene que ser eso, una maldición, la que obliga cada cierto tiempo a un personaje que se supone debía de estar a la sombrita descansando tan a gusto en la arena del desierto, a salir al mundo a pegar sustos a tutiplen.
Bromas aparte, La momia se nos antoja interesante y recomendable por variadas razones. De una parte, es lo nuevo de Tom Cruise, siempre tan atareado él, lo mismo con misiones imposibles que como héroe solitario de vuelta de todo que como protagonista de una película de monstruos. De otra, La momia es la puerta de entrada a eso que está tan de moda últimamente de los universos cinematográficos, en particular al llamado Dark Universe, centrado en los monstruos de toda la vida, como la propia momia, Frankenstein, Drácula o el Hombre lobo, entre otros. Por último, es la última de las aproximaciones del cine a un personaje que ha tenido unas cuantas a lo largo de su historia. Razones no nos faltan para ir a verla, como ves.
Si Tom Cruise tiene protagonismo en La momia, más aún lo tiene Ewan McGregor en American Pastoral, no en vano es a la vez su primera incursión en la dirección y una más de sus numerosas apariciones como actor. El actor británico ha tirado alto en su primera apuesta como director, adaptando la novela del mismo título, ganadora del premio Pulitzer, del escritor norteamericano Philip Roth, que narra el discurrir vital de una familia americana enfrentada a algunos de los turbulentos asuntos sociales de los años 60.
Para completar el triángulo de protagonistas de los estrenos del fin de semana, nos queda Marion Cotillard, sobre cuyos hombros cae el peso de Los sueños de Gabrielle, una producción francesa que intenta ahondar en los caminos del amor y del deseo femenino, encarnados en la protagonista, una mujer que además debe encontrar su sitio en la sociedad europea de los años 50.
Espectáculo, literatura o drama romántico... ¿Hace un cine?