Que para los grandes cineastas de todos los tiempos la literatura ha constituido una fuente de inspiración inagotable es tan cierto como que para todo festival cinematográfico que se precie no puede faltar un premio tan importante como el otorgado al mejor guion adaptado. Tampoco en nuestros Premios Goya que este 2016, y coincidiendo con su 30 edición, cuentan con un invitado de lujo para entregar el codiciado galardón al mejor guionista, Mario Vargas Llosa.
Pero no sólo las películas que compiten por su guion han tenido un padre literario. Candidatas a otros premios también cuentan con un ilustre bagaje poético, dramático incluso bíblico. Entre ellas, el Leviatán de Andrei Zvyagintsev y el Macbeth de Justin Kurzel, que rivalizan por otro de los grandes —la mejor película europea— junto a Mustang y Camino a la escuela.
Aunque Leviatán suena más a las concepciones filosóficas de Thomas Hobbes o la célebre novela de Paul Auster que a película rusa, lo cierto es que el film de Andrei Zvyagintsev tampoco se encuentra muy alejado de la literatura. Y es que este drama sobre la corrupción, el poder, la ambición y la injusticia en la Rusia contemporánea se inspira en el Libro de Job. Partiendo del mito del Leviathan bíblico y un escenario místico, en ocasiones desolador, Zvyagintsev construye una bellísima aunque dura alegoría acerca de la condición humana, cuyo contenido simbólico encierra una mordaz crítica social.
Claro que a la hora de lograr la estatuilla, el Macbeth de Justin Kurzel no resulta rival sencillo. Menos aún con Michael Fassbender y Marion Cotillard a la cabeza del reparto y la magnífica adaptación cinematográfica de Todd Louiso, Jacob Koskoff y Michael Lesslie. Con estas armas, el director australiano nos introduce en el deslumbrante universo de Shakespeare de nuevo con el poder absoluto, la manipulación y la ambición como hilo conductor de una trama descarnada, furiosa, convulsa, repleta de intrigas. Como corresponde a toda buena adaptación de la tragedia shakespeariana.
Sin embargo, las grandes apuestas literarias de esta 30 edición de los Premios Goya siguen la estela de las dos candidatas a mejor película: La novia y Un día perfecto. Que además se disputan el galardón al mejor guion adaptado (por Agustí Villaronga) con El rey de la Habana. Una de las mayores sorpresas cinematográficas de la temporada—también compite por el premio a la Mejor actriz revelación (Yordanka Ariosa) y Mejor dirección de fotografía— inspirada en la novela homónima del escritor cubano Pedro Juan Gutiérrez que narra la historia del joven Reinaldo y sus intentos de sobrevivir en las turbulentas calles de la Habana tras fugarse de un correccional.
Mientras La novia de Paula Ortiz afronta con valentía el pasional (y letal) triángulo amoroso de Lorca —Bodas de Sangre— magníficamente adaptado por ella misma y Javier García Arredondo, Un día perfecto se basa en la novela contemporánea de la cooperante y escritora española Paula Farias, Dejarse llover. La odisea de un miembro de una ONG en mitad de una guerra en el centro de Europa constituye el fundamento que Fernando León de Aranoa convierte en una película tremendamente humana que explora la infamia de los conflictos armados y todas sus consecuencias. Un drama perfectamente estructurado al que no le falta humor, ternura, peligro, incluso esperanza.
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