Bond, James Bond. Palabras para un mito.

James Bond vuelve, si es que alguna vez se ha ido. Spectre es el nombre de la vigesimocuarta película (oficial) del agente británico, personaje ya con más de 50 años de existencia, pero en plena forma. Teniendo en cuenta que la primera novela de Bond, Casino Royale, se publicó en 1953, han disfrutado de las hazañas de 007 desde nuestros abuelos a nuestros hijos, y seguramente también lo harán nuestros nietos. Pero aunque Bond nació en las páginas de un libro, la verdadera dimensión del personaje nos la ha dado el cine.

De la criatura creada por Fleming se ha dicho ya casi todo, y sin embargo, queda mucho por escribir. Porque Bond es a la vez inmutable y cambiante, un mito que permanece porque cambia con el tiempo. Seductor, elegante, inteligente, sibarita. Puede que todos hayamos querido ser alguna vez como Bond, o al menos tener una de sus características, uno de sus cachivaches, uno de sus coches, uno de sus trajes, uno de sus martinis. Y eso a pesar de que lo han interpretado actores diferentes en épocas muy diferentes. Poco tiene que ver Daniel Craig con George Lazenby, Roger Moore con Pierce Brosnan, Sean Connery con Timothy Dalton. Y sin embargo, todos son Bond, todos tienen licencia para envidiarlos.

Porque reconozcámoslo, hay mucho porcentaje de envidia en la admiración por 007. Esos coches, ese ritmo de vida, ese seducir sin esfuerzo, esa manera de luchar sin despeinarse, ese salvar al mundo como el que pasa por el lector la tarjeta de transportes. Envidiamos a Bond y por eso estamos al tanto de su mitología, y llevamos la cuenta de sus coches, de las chicas bond, de los aparatos de Q, y leemos todos los artículos como este….

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