Un drama romántico. Cuantas buenas películas se han rodado y disfrutado bajo esa denominación. Casablanca, Candilejas, La Heredera, Lo que el viento se llevó, Esplendor en la hierba, Doctor Zhivago, Tú y yo... títulos eternos, pedazos de la historia del cine que siempre recordamos y volvemos a ver (al menos yo) con la misma deliciosa sensación de disfrute una y otra vez. Amores imposibles, pasiones incontrolables, deseos, sueños, anhelos... que os voy a contar que no sepáis o imaginéis. Nada de efectos especiales, de peleas, de aventuras, de búsquedas del tesoro, de villanos, de disparos, de superhéroes envueltos en trajes de cuero o similares. Sólo el amor y el drama.
Pues aquí llega Bajo la misma estrella, otra del género con todos los ingredientes para llegar a nuestro corazoncito de espectadores ansiosos de dramones y amores sin cuento. Baste decir que en el argumento nos encontramos con una protagonista que está enferma de cáncer y un partenaire que trabaja en un grupo de niños con el mismo problema. Así que os podéis imaginar por donde vais los tiros. Por si os viene a la cabeza que puede tirar más por el tema lacrimógeno y sentimentaloide en su peor acepción, no es así, y la película transcurre en el lado bueno del filo que supone jugar en su guión con el amor, la muerte, la juventud y esas cosillas. Buena dirección de Josh Boone y buen trabajo de adaptación de la novela de John Green a cargo de Scott Neustadter y Michael H. Weber, una excelente base para desarrollar todo sin que de nuestros ojos salgan ríos de lágrimas sin poder contenerlo. Los actores: unos desconocidos (al menos para mí) Shailene Woodley y Ansel Elgort.
Dicho todo esto, ya solo queda hacer provisión de palomitas, refrescos y demás accesorios cinéfilos (vamos a incluir los pañuelos de papel, porsiaca) y lanzarse a disfrutar de una de amor y lágrimas. Ya me contaréis.
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