"Antes" es una de esas palabras que no molan nada. Y no por su pronunciación, ni porque sea corta, si no por el momento en el que se pronuncia la mayoría de las veces. Bien lo sabe La Cenicienta, que tenía que marcharse antes de que dieran las doce, o cualquier vampiro que se precie ante la posibilidad de ser igual que cualquier cigarrillo sin clase ninguna, o Hitchcock, cuya maestría siempre solía implicar que en cualquiera de sus películas el "antes" sonara a algo muy, muy malo o peligroso.
Y "antes" es también el hilo conductor de una trilogía cinematográfica cuya última parte llega ahora a nuestros cines. Primero fue Antes del amanecer, luego Antes del atardecer y ahora toca Antes del anochecer. ¿Y de que va la trilogía, con esos "antes" tan específicamente colocados? ¿De anillos? ¿Tal vez de guerras en las galaxias? ¿Gangsters? No. Va de algo tan sencillo y complicado como el amor. En cada una de las películas, una pareja (la misma en la tres) se encuentra en diferentes situaciones, tanto sentimentales como espaciales (no, no va del espacio, que me refiero a los lugares donde se conocen, leñe). Al comienzo se enamoran, y luego... luego les pasan muchas cosas.
No es ninguna tontería conseguir las dos primeras partes y visionarlas antes de acudir al cine, si es que no se han visto. Aunque no es necesario, porque la trilogía de Richard Linklater no hace si no reflejar, en un momento u otro, sentimientos que todos hemos tenido, tenemos, o tendremos, incluso aunque no den lugar a las mismas situaciones. ¿Y quien no tiene, o teme, o espera, un "antes" en su vida?
Ethan Hawke y Julie Delpy protagonizan tanto esta Antes del Anochecer como las anteriores, y os aseguro que si acudís a verla me vais a estar dando las gracias "antes" de que termine la película.
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