Michael Stone es un escritor de libros de autoayuda de mediana edad que tiene que dar una charla en una convención. Otra charla, otra convención, otro intento de que todo no parezca igual, de que todos hablen con la misma voz y tengan las mismas caras. Michael ayuda a los demás a la vez que él necesita más ayuda. De repente, sin embargo, hay una voz que suena distinta a las demás. Es la voz de Lisa, una mujer de Ohio que acude a la convención para asistir a su charla, por la cual Stone cree que debe abandonar todo para perseguirla, para que sea de verdad la mujer de su vida.
Charlie Kauffman es uno de esos guionistas bendecidos por cierta élite cultural en base a ciertas disquisiciones filosóficas más o menos originales sobre la vida vertidas en las películas en las que ha participado (Cómo ser John Malkovich, ¡Olvídate de mí! o Adaptation. El ladrón de orquídeas). En Anomalisa, su segunda película como director, vuelve a la carga para regalarnos el que puede ser su mejor trabajo, gracias, curiosamente, al hecho de trabajar sin un sólo actor, a mostrarnos la realidad a través de unos muñecos. A decirnos, al fin y al cabo, que todos somos personajes de plástico en un mundo de plástico sin demasiado sentido. Y se puede estar de acuerdo o no con él (mejor que no, por la cosa de no echarse a llorar), pero se le aplaude en Anomalisa sus ganas de contar una historia para convencernos.
Como dice una frase del trailer, Anomalisa es la película más humana de la temporada, sin tener a ningún humano en su interior.
Título original: Anomalisa
Año: 2015
Duración: 90 min.
País: Estados Unidos
Director: Charlie Kaufman, Duke Johnson
Guión: Charlie Kaufman, Dan Harmon
Música: Carter Burwell
Fotografía: Animación.
Productora: Starburns Industries
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