Con el reciente estreno de Grandma, Lily Tomlin se une a esa larga lista de actores con interpretaciones casi crepusculares, pasados ya bastantes años de su etapa de más éxito o actividad. Quién le iba a decir a la Lily Tomlin de Cómo eliminar a su jefe (1980, de Colin Higgins) o Ensalada de Gemelas (1988, de Jim Abrahams), que su mejor papel, y una más que probable nominación al Oscar le iban a llegar pasados los 70 por hacer de abuela. Claro que suele pasar. No hay más que recordar a Bruce Dern como protagonista de Nebraska o, echando aún más la vista atrás a la mítica Gloria Swanson en El Crepúsculo de los Dioses.
Y es que cuando menos te lo esperas, salta la sorpresa. Que se lo digan a Henry Fonda, eterno candidato al Oscar mientras era una de las mayores estrellas de Hollywood y que tuvo que ganar el primero y el único a los 77 años por su personaje de En el Estanque Dorado, cuando incluso ya le habían entregado el consabido premio a toda una carrera el año anterior. La pena es que lo disfruto poco, porque murió apenas unos meses después de recibirlo.
Y es que la vejez, la tercera edad, los abuelos y demás temas de alrededor siempre han estado presentes en el cine, como lo están en nuestra vida. Del abuelo de La Gran Familia (y también de El Cochecito, claro) a esta abuela con pasado hippy de Grandma, pasando por infinidad de personajes, normalmente entrañables, que desde la mirada de su edad suelen dejarnos el consejo de la experiencia, que desde luego, no se les puede negar. Y es que a la vejez, películas, por supuesto. Y que vivan los abuelos de cine.
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