Como cada verano, las razones que nos empujan a ríos, pantanos, charcas, piscinas, lagos océanos y mares son incontables, con el impulso de refrescarnos a la cabeza. Horas y horas pensando en el momento en el que nuestro cuerpo se zambulla en el líquido elemento y los grados se disuelvan y eliminen al entrar en él, por no hablar de la satisfacción de practicar nuestros deportes acuáticos favoritos, como vela, surf, submarinismo o levantamiento de daiquiri tras baño. El caso es estar en el agua, dentro o alrededor.
Claro que también todos los años, o casi todos, algún gracioso con el apelativo de director de cine en su documento de identidad nos presenta una razón para que desistamos de entrar en el agua y disfrutar de ella. Este año se trata del español Jaume Collet-Serra y su particular Infierno Azul, donde un tiburón blanco se encarga de fastidiar la práctica del surf a Blake Lively. Esto del tiburón se lo debemos a tito Spielberg, claro, quien es el encargado del mayor anuncio publicitario que jamás tuvieron las zonas de montaña para las vacaciones ¿Playa o montaña? ¿Playa? Tú estás loca. ¿No has visto Tiburón?
Claro que si Steven fue el más conocido, no fue ni mucho menos el primero. Esto de colocar amenazas más o menos amenazantes en el agua no es nuevo, y comenzó seriamente en los años 50, dentro de la corriente de imaginar monstruos de todo pelaje y condición para que rellenaran las listas de la llamada serie B, y donde el mar y similares no iban a ser una excepción. Más tarde vinieron los del sector oriental con Godzilla y sus amigos surgidos del terror nuclear, y por supuesto, todos los imitadores del gran tiburón blanco que amenazaba las playas de Amity.
El caso es que, si se trata de buscar excusas para no pisar la playa y pasar el máximo tiempo posible disfrutando de la bebida y la lectura en el chiringuito, lo mejor es buscarlas en el cine. Mejor prevenir que bañar.
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