Cine

10 miradas sobre Marilyn

Puede que con ellos no tuviera la presión de actuar, de ser otra persona. Puede que fuera sólo Marilyn.

De 1952 a 1962, el mundo estuvo a los pies de Marilyn. Diez años que hicieron de Norma Jean Baker un mito que sigue en vigor medio siglo después de su muerte. Todo el mundo intenta dar con la razón, con los mecanismos que expliquen su poder de seducción, con la sugestión que produce. Se han escrito libros, se han hecho películas, se ha hablado hasta la saciedad sobre Marilyn. Pero ni su vida, ni siquiera su muerte tienen una explicación que satisfaga a la mayoría. Para unos solo fue una chica triste que se escondía tras los focos, para otros una seductora nata que no supo digerir la fama. No importa. Quizás la única explicación válida es la que cada uno obtiene con la simple visión de sus películas. Y de sus fotos.

Porque Marilyn, muy por encima de cualquier otra estrella del cine, de los años anteriores a ella, de sus contemporáneos o de los que la siguieron, llegó a la cima gracias a sus fotógrafos. Desde sus comienzos como modelo y pin-up, desde la multitud de portadas de revistas, de calendarios, de anuncios, Norma Jean se convirtió en Marilyn. Fue desde el papel como enamoró primeramente a América. Tuvo una excelente relación con todos sus fotógrafos, y todos ellos hablaban maravillas de trabajar con ella. Puede que con ellos no tuviera la presión de actuar, de ser otra persona. Puede que fuera sólo Marilyn.

Su mejor amigo, Milton Greene, era fotógrafo, y su último trabajo, descartando su película inacabada, fue una sesión de fotos de tres días para Vogue, a cargo de Bert Stern, que nunca llegó a ver publicada. En el tiempo que transcurre entre aquellas primeras fotos como modelo aficionada en las playas de Malibú y esa última sesión del Beverly Hills Hotel, viven las imágenes que tenemos de ella, nuestras miradas. Las que nos entregan a la verdadera Marilyn.

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