Tadanori Yamaguchi nació en Nagoya (Japón) en 1970. Hace más de dos décadas que vive y trabaja en Pravia. Llegó a Asturias por casualidad y una beca como investigador de la Escuela de Arte de Oviedo bajo el brazo, tras licenciarse en Arte Creativo por la Universidad de Arte Kyoto.
Formado inicialmente en el ámbito de la pintura, rápidamente sus intereses mutaron hacia las tres dimensiones. En el taller de Hiroyuki Nakayama, en Osaka, descubre la talla de la piedra, la faceta artística que realmente colmaba sus expectativas interiores. A partir de entonces, la labor escultórica de Tadanori Yamaguchi ha evolucionado sin perder en ningún momento la exquisita sensibilidad estética que sella su peculiar estilo.
Su obra —adscrita al arte conceptual— aparentemente sencilla, encierra infinidad de reflexiones e inquietudes personales. Yamaguchi explora con delicadeza las diferencias Oriente-Occidente, las dos culturas que conviven en su trabajo y con las que convive e interactúa de manera natural. Expresa sus raíces japonesas a través de metáforas en piedra. Granito y alabastro son sus favoritas, aunque el mármol blanco forma parte también del grueso de su obra.
La energía conectada a la materia, el misterio de la creación, el movimiento incesante de la vida y su inevitable relación con la muerte, lo intangible y lo material son algunos de los elementos recurrentes de su proceso creativo. Desde sus orígenes trabaja con lo que él denomina hatsuru, un método casi ritual que envuelve el hecho físico de la ejecución de la pieza; siempre es un proceso lento y reflexivo que busca el arraigo con la naturaleza primigenia de las rocas, más que el resultado.
Como parte de los actos que conmemoran el 150 aniversario de las relaciones diplomáticas entre España y Japón, Marlborough Madrid presenta la exposición Watashi no kankyô (Dentro y fuera), dedicada al nipón Tadanori Yamaguchi. La muestra reúne unas 23 obras entre esculturas de mármol y granito y dibujos que rastrean los “lugares” del artista, entendidos como su contexto interior y exterior.
Watashi no kankyô actúa como una especie de autorretrato expandido, explica Pilar Cabañas Moreno en el texto que introduce el catálogo: Kankyō es un término japonés que podría asimilarse a “entorno”. Sin embargo, al intentar traducirlo al castellano pierde cantidad de matices. La palabra japonesa está compuesta por dos ideogramas El primero aporta el significado de círculo, anillo, mientras que el segundo nos habla de un territorio, de una frontera, pero implica también, de un modo menos tangible, un estado mental, un algo que nos rodea, perceptible a través de nuestros sentidos o nuestra razón. Por tanto, la riqueza de su significado es mayor, y engloba lo ajeno a nosotros, lo externo, pero incluyendo también lo que sentimos y percibimos, lo que late dentro de nosotros.
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