Cuenta Vasili Kandinsky en sus Rückblicke (Miradas retrospectivas), que allá por el 1869, cuando tenía poco más de dos años, le gustaba ya nombrar los colores: intenso verde claro, blanco, rojo carmín, negro y amarillo ocre. Son los primeros tonos que el artista recuerda y esa capacidad intrínseca de captar la esencia del color aislándolo de la realidad del objeto, la primera de las extraordinarias facultades que iban a hacer de él un genio.
La siguiente, la sinestesia, la descubrió varios años después (hacia 1895) durante una representación de Lohengrin en el Teatro Imperial de Moscú. Una experiencia conmovedora que le causó enorme sorpresa y confusión. Podía ver todos aquellos colores en mi mente. Corrían ante mis ojos. Salvajes, maravillosas líneas que desfilaban ante mí, escribía Kandinsky cautivado ante la potencia sinfónica de los sonidos wagnerianos. Esta nueva intuición cromática y la contemplación, ese mismo año, (casi un éxtasis) del Montón de heno de Monet le llevaron a abandonar definitivamente el camino de la ciencia y las leyes para entregarse sin reservas a la tentación del arte.
Teórico del arte, pionero de la abstracción y uno de los pintores vanguardistas más destacados de todos los tiempos, Kandinsky propugnaba la ruptura radical con la figuración, el regreso a un nuevo misticismo artístico mucho más cercano a la esencia y a las civilizaciones primitivas, un arte no objetivo que respondiera a la fuerza interior —una fuerza visionaria y misteriosa— del artista. Una revolución pictórica que perseguía el color y su relación con la forma, el predominio del elemento abstracto; una armonía, en suma, de acordes espirituales hecha de contrastes y contradicciones.
CentroCentro Cibeles acoge, a partir del próximo 20 de octubre, la exposición Kandinsky. Una retrospectiva. Una de las mayores monográficas en España de la obra del pintor ruso, y uno de los principales acontecimientos del otoño cultural madrileño, que recorre toda su trayectoria artística y espiritual a través un centenar de piezas maestras —lienzos, acuarelas y grabados—, procedentes de la colección del Centre Pompidou. Colección cuyos fondos constituyen, junto a los del Lenbachhaus Museum de Munich y el Solomon R. Guggenheim Museum de Nueva York, uno de los más valiosos y amplios de la obra del pintor.
Comisariada por Angela Lampe y ordenada de manera cronológica, la muestra se divide en cuatro secciones —Munich, 1896–1914; Rusia, 1914–21; Bauhaus, 1921–33; París, 1933–44— con el fin de distinguir cada uno de los períodos clave en la vida y la obra del maestro ruso.
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Fechas: del 20 de octubre de 2015 al 28 de febrero de 2016
Horarios: de lunes a domingo de 10:00 a 20:00 h
Entrada general con audioguía: 11 euros. Existen tarifas reducidas para colectivos y grupos, así como para visitas de centros escolares.
Tarifa día especial: 5 € por persona todos los lunes de 10:00 a 20:00 h.
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