El mundo plástico de Manuel Alcorlo parece de otro tiempo, como sacado de mañanas decimonónicas, de ferias populares, de elementos bulliciosos y aventuras de gato de pura cepa tomadas desde la punta de un tejado… En efecto, el pintor madrileño sigue a sus 85 años buscando en cada trazo la herencia punzante de Goya y de Quevedo, el colorido estridente de Van Gogh, la belleza del Madrid cotidiano. Pero dentro de sus cuadros rezuma siempre una crítica afilada de las clases opulentas y un tremendo sentido del humor a la hora de caricaturizar determinados personajes.
Claro que no todo es crítica social en la obra de Alcorlo. También hay circo, del de verdad, de ese funambulistas balanceándose sobre el vacío, de acróbatas saltado por los trapecios, de colores y luces desbordantes. O viajes exóticos, música (mucha música) y escenas familiares repletas de calidez y belleza de hogar. De todo ese cosmos pictórico da buena cuenta la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando a través de una antológica que, bajo el título Universo Alcorlo, repasa la trayectoria del artista.
Manuel Alcorlo nació en 1935. Pronto manifestó su vocación artística con la fortuna de vivir pegado al Museo del Prado. Allí descubrió a Goya, a su venerado Quevedo y la música de Bach. Además de pintor, grabador y dibujante, también es violinista. Su pasión la música es otro de los temas recurrentes en su repertorio figurativo.
Inició sus estudios artísticos en la Escuela de Artes y Oficios, en la Escuela de Cerámica de la Moncloa y el Círculo de Bellas Artes. A los 18, se matriculó en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando antes de viajar a Roma becado por la Academia Española en la capital italiana.
Sus comienzos oníricos, casi surrealistas, se fueron matizando en Roma donde se sumergió en el clasicismo y el barroco, perfilando desde entonces su clara tendencia a la ironía, el sarcasmo y el compromiso social. Desde su ático galdosiano situado en la calle Hortaleza sigue dibujando su imaginario cervantino, la luz chillona de la capital como vanitas doradas y violetas e ilustraciones en carboncillo que también encontramos en la exposición.
La muestra de la RABASF abarca numerosas obras realizadas en diferentes formatos y materiales. Desde sus primeros bodegones pintados en 1953, hasta las últimas acuarelas de 2019. Dibujos, pinturas, grabados, abanicos pintados y libros ilustrados forman parte del elenco artístico elegido por la institución de la que Alcorlo es académico desde 1998.
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