Bill Viola, Ablutions, 2005. Foto Kira Perov © Bill Viola Studio
Arte

La poesía de Bill Viola se escribe en alta resolución

Fundación Telefónica exhibe Bill Viola. Espejos de lo invisible. La muestra, comisariada por Kira Perov, ofrece un amplio recorrido por la trayectoria del artista.

Bill Viola (Nueva York, 1951) es un creador universal cuyo lenguaje nace del movimiento ralentizado, la contemplación sosegada, el silencio, lo intangible. Precisamente porque en su obra no hay texto ni diálogos, es accesible a todos los públicos, independientemente de su idioma o su cultura.

Su medio de expresión es el videoarte, disciplina que explora desde principios de los 70 y jamás ha abandonado. Igual que la espiritualidad. Su misticismo es una bestia insaciable que engulle de todo tipo de textos: desde los cristianos medievales de San Juan de la Cruz hasta la filosofía zen o el sufismo islámico.

Es en mitad de ese extraño cocido de recogimiento, ciencia e innovación tecnológica donde la emoción y la intuición se frotan las manos. Son ambas las brújulas directoras de un proceso creativo que suele comenzar en una hoja de papel. Esa costumbre, adquirida en la Universidad de Siracusa, cuando comenzaba a experimentar con la técnica, le acompaña desde entonces. Para Bill Viola es fundamental materializar sus ideas. “Es entonces cuando la obra empieza a revelarme sus misterios”, asegura.

¿De dónde surge esa inquietud por cuestiones tan profundas —la vida, la muerte, el nacimiento, el silencio, el paso del tiempo—, tan inherentes a la condición humana? De su propia experiencia emocional, de su introspección y su concepto de la armonía. Y es aquí donde tenemos que hablar del ritmo, la música. Porque el silencio que impregna la obra de Viola no es tal, sino pura música, parte esencial de todos sus proyectos artísticos.

Aparte de estudiar música electrónica y colaborar codo con codo con David Tudor, descubrir la obra de John Cage fue como un latido ectópico. El brote de pulsión que le condujo a la grabación de los sonidos de la naturaleza, a la exploración de los ecos en espacios arquitectónicos que hoy forman parte del rumor que envuelve sus videocreaciones.

A partir del 6 de febrero, el Espacio Fundación Telefónica (Madrid) acoge la exposición Bill Viola. Espejos de lo invisible. La muestra propone un recorrido por las obras más impactantes del artista, desde piezas de los 70 como The Reflecting Pool (1977-1979), hasta las complejas creaciones actuales creadas con la tecnología más puntera.

Entre ellas las cuatro piezas de la serie Mártires, una enormidad alegórica que enfrenta los cuatro elementos tradicionales —tierra, aire, fuego, agua— hasta alcanzar un encuentro místico con la luz. Fue memorable en 2014 la exhibición de este vídeo sobre el martirio en la catedral de San Pablo de Londres. Un viaje espiritual de alto voltaje que simboliza experiencias como la acción, la fortaleza, la perseverancia, la resistencia y el sacrificio. Y toda la catarsis que representan.

Fundación Telefónica ofrece un programa de visitas comentadas libres sin reserva (a partir del domingo 16 de febrero del 2020); los miércoles a las 10:30 ,12, 16 y 17 horas; los viernes a las 10:30, 12:00 y 17 horas y los domingos a las 10:30 y 12:30 horas.

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