Nacido en Uruguay, formado en la Escuela Oficial de Bellas Artes de Barcelona, teórico del arte e investigador por naturaleza, Joaquín Torres-García pintó su primer cuadro a los diecisiete años. Acababa de llegar de su Montevideo natal, poseía toda la potencia y la ambición de una juventud recién estrenada, un nuevo siglo llamaba a su puerta y una ciudad como la Barcelona de principios del siglo XX se la abría. Naturalmente, el joven artista no duda en zambullirse en ese torbellino cultural, acogiéndose de pleno a los postulados del Noucentisme catalán. Estilo que plasma en una obra temprana caracterizada por los ambientes pastoriles, las escenas arcádicas y los paisajes mediterráneos. Sin embargo, ciertos rasgos excéntricos —como el inmenso fauno que domina a una muchedumbre con soberana indiferencia en el fresco Lo temporal no es más que símbolo (1916)— ya indicaban su naturaleza independiente.
Animado por el escándalo y las críticas de su fauno por parte de los academicistas conservadores, se lanza a experimentar con la fusión de planos, las combinaciones de densidad, los colores salvajes, las yuxtaposiciones y, tras su estancia en Nueva York en la década de los 20, con el collage. Si la capital catalana fue la ciudad que le encandiló e impulsó a convertirse en un “pintor de la vida moderna” al estilo de Baudelaire, Joaquín Torres-García encontró en París, la geometría y el constructivismo su definitiva voz artística. Radical y ecléctica, su técnica artística se movía entre la abstracción y el primitivismo, las representaciones esquemáticas y la arquitectura. Siempre fiel ese prisma tan personal que lo convirtió en una de las figuras centrales del arte moderno y protagonista clave en los intercambios culturales trasatlánticos, fascinando a generaciones de artistas a ambos lados del Atlántico: desde Barnett Newman hasta Louise Bourgeois, e incontables artistas latinoamericanos.
Procedente del MoMA, Joaquín Torres-García: un moderno en la Arcadia llega a la Fundación Telefónica (Madrid), brindándonos la oportunidad de recorrer toda la trayectoria del artista uruguayo a través de más de ciento setenta piezas entre pintura, escultura, fresco, dibujo y collage. Se trata de una ambiciosa retrospectiva comisariada por Luis Pérez-Oramas, que transita por cada una de sus etapas artísticas, haciendo hincapié en esa individualidad radical que escapa a cualquier clasificación. Podrá verse del 19 de mayo al 11 de septiembre de 2016 en la planta 3 del Espacio Fundación Telefónica.
Galería de imágenes
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Joaquín Torres-García, un moderno en la Arcadia.
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Joaquín Torres-García, un moderno en la Arcadia.
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Physique (Joaquín Torres García, 1929)
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Joaquín Torres-García. Construcción infinito. 1942. Óleo sobre lienzo. Kasser Mochary Foundation, Montclair, New Jersey. © Sucesión Joaquín Torres-García, Montevideo 2016. Foto: © Kasser Mochary Foundation / Mark Gulezian/QuickSilver
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Joaquín Torres-García (Uruguayo. 1874–1949). Forma abstracta en espiral modelada en blanco y negro. 1938. Témpera sobre cartón. Colección privada. © Sucesión Joaquín Torres-García, Montevideo 2015. Foto: ©2016 The Museum of Modern Art, New York. Christian Roy
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Joaquín Torres-García. Autorretrato (1902). Colección PPP
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Joaquín Torres-García. Construcción en blanco y negro. 1938. Museo de Arte Moderno de Nueva York. Foto de Thomas Griesel.
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Estructura en color. 1930. Óleo sobre lienzo. The Museum of Modern Art, New York. The Sidney and Harriet Janis Collection (por intercambio), 2004. © Sucesión Joaquín Torres-García, Montevideo 2016. Foto: Jonathan Muzikar
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Joaquín Torres-García. Constructivo en blanco y negro “TBA”. 1933. Colección Telefónica. © Sucesión Joaquín Torres-García, Montevideo 2016
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Joaquín Torres-García . Arte constructivo. 1932. Colección privada, Suiza. © Sucesión Joaquín Torres-García, Montevideo 2016