Jean Dubuffet, 'Pinturas y dibujos. 1901-1985'.

Entusiasta, disciplinado, perseverante, creativo. Jean Dubuffet (Le Havre, 1901-París, 1985) frecuentó a Raoul Dufy, Max Jacob, Fernand Léger y Suzanne Valadon mientras estudiaba arte en París en la segunda década del siglo XX. Durante ese largo periodo de indecisión abrazaba la pintura con la misma pasión que la abandonaba para dedicarse a actividades tan dispares como la comercialización de vinos o la delineación industrial. Hasta que finalmente, hacia 1942 Dubuffet decidió dedicarse a la creación artística. Fue entonces cuando conoció a André Breton, a Limbour y a Charles Ratton y se dejó atrapar por el surrealismo de Paul Klee y el llamado Art Brut: arte espontáneo de creadores autodidactas, sin ningún tipo de formación, algunos de ellos con problemas mentales.

A partir de ese momento, y en contra de lo cabría esperar de un artista formado en la tradición francesa, su trayectoria se disparó hacia el desafío. Un pulso contra los valores estéticos establecidos que acabó desembocando en la espontaneidad más pura. Un arte enérgico, desatado, indómito, alejado de toda norma.

Pero es tras viajar a Argelia y al Sahara cuando se sumerge en el mundo de la materia y utiliza diversos elementos biológicos a partir de los cuales crea una serie de obras —Texturologies y Matériologies— que le acercan al informalismo imperante en la época. Así transcurre su obra hasta que en los 60, se llena de un color y una vitalidad casi delirantes: “Quiero que mi calle resulte una locura, que el pavimento, las tiendas y los edificios entren en una danza enloquecedora, por este motivo deformo y distorsiono los contornos y los colores”.

Con motivo del 30 aniversario de la muerte del artista, la Galería Guillermo de Osma en colaboración con la Galería Marc Domènech de Barcelona presenta Jean Dubuffet, Pinturas y dibujos. 1901-1985, la primera exposición antológica del artista francés en Madrid. Una muestra que, comenzando por los primeros trabajos fechados en 1944 y finalizando con una pintura de 1984 (testimonio de una última etapa artística que aspira a representar la incorporeidad), recorre toda su trayectoria profesional. Así, a través de treinta y seis obras, entre dibujos y pinturas, cubre todo el abanico de la producción de Dubuffet en el transcurso de cuatro décadas, incluyendo series tan conocidas como Portraits, Assemblages d’Empreintes, Matériologies, Texturologies, L’Hourloupe, Parachiffre, Partitions, Psycho-sites o Non-lieux.