Son muchas las profesiones que a lo largo y ancho de la historia han sucumbido ante la llegada de nuevos modos o nuevas formas de hacer, también ante nuevas modas y tendencias, ante nuevos gustos y utilidades nuevas... salvo para quienes han sabido descubrir en ellas el arte, salvo para maestros como Diego Rodríguez.
La Real Fábrica de Cristales de La Granja es el reducto de magia e historia en el que Diego ha encontrado su lugar en el mundo, un espacio en el que hacer de sus sueños cristal soplado hasta crear obras de arte admiradas mucho más allá de Segovia. 'El vidrio te habla, te dice como quiere que lo mimes para convertirse en algo único' confiesa.
Sabe que su oficio es ya cosa de unos pocos porque la fabricación en cadena ha borrado del mapa la artesanía del cristal pero sabe también que, cuando el oficio se viste de arte el fin se aleja hasta diluirse en el horizonte. Diego es maestro soplador y, a pesar de pasear todavía la treintena, es todo un referente en el trabajo del cristal soplado por eso Alhambra ha querido sacarlo de la Real Fábrica de Cristales de La Granja porque, como la campaña de la firma cervecera, lo de Diego es Arte por Descubrir, tanto arte como para mantener vivo un viejo oficio.
Diego siente cada día la historia escrita en más de 300 años alrededor del trabajo del vidrio en los hornos de La Granja y es cada día más consciente de cómo la pasión por su trabajo y su arte es la que lo hace único. 'Después de tanto tiempo me doy cuenta de que la técnica y el conocimiento son necesarios, sin embargo la sensibilidad es imprescindible'.
La sensibilidad que lo llevó a él a querer dar forma a la pequeña bola incandescente con algo tan propio y tan íntimo como el aire que inspiras, al exhalarlo; esa es la pasión que trata de transmitir a quienes llegan a la Real Fábrica de Cristales de La Granja con la solemne intención de seguir sus pasos. 'Soy el legado de lo que todos mis maestros fueron (...) pero quizás lo más importante es tener la gran responsabilidad de custodiar esta tradición para las siguientes generaciones'.
Claro que está fuera de toda duda que Diego Rodríguez cumpla ese cometido porque lo suyo es arte, un arte por descubrir al que Alhambra ha dado espacio y luz a cambio de una copa única hecha a mano y a aire en los talleres de la Real Fábrica de Cristales de La Granja por este excepcional maestro soplador.
Y como lo suyo es arte y el arte no muere jamás, he aquí un oficio que nunca morirá del todo.