Alfonso Daniel Manuel Rodríguez Castelao —simplemente Castelao— fue tal vez el mayor representante del renacimiento cultural gallego en el siglo XX y, sin duda, su más fiel impulsor. Es el amor a su tierra y su atracción por el arte y la literatura lo que le empuja a crear un magnífico imaginario de la identidad gallega. Lejos del costumbrismo, el elenco estético del artista chorrea reivindicación, ética y compromiso social y político con un pueblo cansado de sufrir.
Castelao (Rianxo, La Coruña, 1886 - Buenos Aires, 1950) estudia medicina. Tentado por la pintura, la escritura y la ilustración, pronto cambia el estetoscopio por los lienzos y la pluma. En el aspecto artístico, su formación es autodidacta, instintiva, producto del férreo convencimiento de la necesidad del pueblo gallego de tomar conciencia de su idiosincrasia.
Durante años compagina dibujos y cuadros —incluso de gran formato— con los que participa en exposiciones colectivas e individuales. Es en la segunda mitad de los años 10 cuando se rinde definitivamente ante la ilustración, la mejor forma de sintetizar texto e imagen y expresar su rotunda postura ante la realidad de su pueblo. Se intensifican entonces las colaboraciones gráficas en revistas y diarios. También con sus amigos escritores a quienes ilustra portadas e interiores de libros. Todo con igual intención: la de sentar las bases de un nuevo arte gallego, de un lenguaje artístico identitario, reivindicativo y emocional. Galicia duerme, dice. Problema: ¿Debe despertarse?”.
En realidad, nunca fue su intención cultivar el arte por el arte. El arte para mí no ha sido más que un elemento, un recurso, un medio de expresión, y con el lápiz o la pluma solo he querido ser un intérprete fiel de mi pueblo, de sus dolores y desesperanzas, escribe. Inconformista y republicano, indómito y comprometido, gallego y galleguista, protagonista de una vida errante, no se limita a la denuncia. En sus series irónicas, tan ácidas como las realidades que estigmatiza, también propone una solución. Porque Castelao es un tipo constructivo que no identifica lo propio como lo único, pero sí defiende unos postulados justos. Y lo hace con lirismo, humor y una tremenda carga emotiva.
La progresiva politización de Castelao —su verdadera vocación, como él mismo reconoce— se aprecia en los carteles y las colaboraciones de la década de 1930.
El arte de Castelao sigue vivo en el siglo XXI. Sobre todo en Galicia: su tierra, depositaria de su legado, y su causa. Sin embargo, Castelao todavía espera el reconocimiento que merece fuera de las fronteras gallegas. Con esta justísima intención, Fundación Mapfre, junto a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y la Fundación Gonzalo Torrente Ballester, organizan Castelao grafista. Una exposición que indaga sobre la faceta artística más sólida de este creador singular, una personalidad de múltiples matices y un referente en la ilustración gráfica de la primera mitad del siglo pasado.
La muestra —maravillosa, por cierto— no sólo señala la peculiar relación entre pintura e ilustración en su obra, su compromiso social, la ética personal que impregna cada uno de sus trazos o la evolución de sus recursos artísticos. Incide sobre todo en su figura. En el intelectual y activista político que supo expresar su ideología a través del dibujo y la literatura. De ahí que se centre en su faceta grafista.
Estremecen de manera especial las carpetas de Estampas de guerra. Una de las joyas de la exhibición, recuperadas tras la caída del franquismo, que reflejan la crueldad de la Guerra Civil. La aniquilación, la “limpieza ideológica”, la represión y las purgas. Castelao contempla la guerra desde el punto de vista de las víctimas. Galicia mártir, Atila en Galicia, Milicianos…, representan el desgarro, el despropósito demoledor de la violencia, las consecuencias en la vida de quienes no buscaban ni deseaban semejante barbarie. La mujer ocupa un lugar desafortunadamente destacado en este elenco del sufrimiento y la sevicia.
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Castelao Grafista. Pinturas, dibujos, estampas. Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid). Del 29 septiembre al 26 noviembre de 2017.
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