Día y noche en Toledo Cai Guo-Qiang Pólvora sobre lienzo, 260 cm x 600 cm 2017 Foto © Museo Nacional del Prado
Arte

Cai Guo-Qiang: lenguajes nuevos para tiempos nuevos. El Prado huele a pólvora

Cai Guo Qiang ha convertido el Salón de Reinos del Museo del Prado en un polvorín de arte, color y efervescencia pirotécnica.

Cai Guo-Qiang silba mientras prepara el boceto de su primera explosión en el Museo del Prado. Define sobre un lienzo en blanco los efectos de un diálogo insólito entre el arte, la magia y el misticismo. Calcula los ritmos. Controla los tiempos, los ingredientes (pólvora cruda negra, coloreada y fuego; cartones, ladrillos, mechas y papel), el color. Se cerciora de la envergadura y las consecuencias de la detonación. Nada escapa a la precisión alquimista de este artista chino formado en la tradición de la pintura rusa y el siglo XIX francés.

La primera revelación artística de Cai sucedió en el regazo de su padre viéndole pintar paisajes en cajas de cerillas. Nació así su sueño primigenio: llegar a ser pintor. Aunque finalmente estudió escenografía en la Academia de Teatro de Shanghái, jamás olvidó su ilusión de pintar. Así comenzó a intuir las formas artísticas de la pólvora y el fuego, hasta entenderla como el material idóneo para dar voz a sus anhelos de artista.

Qiang abandonó durante un tiempo la pintura tradicional en busca de una expresión artística propia. Periodo durante el cual su fama creció en el mundo entero gracias a sus instalaciones y montajes pirotécnicos (“eventos explosivos”) más cercanos a la espiritualidad milenaria que al espectáculo de color. El cosmos, el universo, las conexiones extrasensoriales, el equilibrio, la energía..., en busca de una liberación final. La única que puede alcanzarse a través de la naturaleza y la cultura, la pureza y la elevación del alma.

Cai Guo-Qiang (Quanzou, China 1957) y su arte explosivo convierten el Salón de Reinos del Museo del Prado en un polvorín. En ese espacio simbólico y algo destartalado ha iniciado la creación de un conjunto de obras inéditas que forman parte de El espíritu de la pintura. Cai Guo-Qiang en el Prado, exhibida en directo en la sala C del edificio de los Jerónimos. Pensando en la transformación de la pólvora como material y valiéndose del flujo de energía que genera, Cai homenajea la grandeza prodigiosa, alquímica, de los maestros del Prado.

No es la primera vez que huele a pólvora en el Salón de Reinos del museo. Y es que este espacio concebido como lugar de protocolo y de festejos durante el reinado de Felipe IV, pasa a usarse en el siglo pasado como sala de exhibiciones del ejército. Pero hoy la pólvora suena en beneficio de la paz y la belleza. Porque es así como concibe el arte Cai Guo-Qiang: como un puente entre pasado y futuro, entre el mundo de lo visible y lo invisible.

La pólvora es el pincel, el instrumento con el que Qiang acaricia el lienzo; El Greco uno de los pilares de su arte; un óleo y un acrílico de los comienzos de su carrera como pintor y las memorias del viaje de 2009 reconstruyendo el viaje personal y artístico del Greco —desde su Creta natal, pasando por Venecia y Roma, hasta Toledo—, los detonantes del proyecto.

Más de dos años de trabajo le ha llevado al artista de Quanzhou entablar este diálogo con la tradición pictórica occidental y el espíritu de El Greco. Ahí radica la verdadera dimensión del “espíritu de la pintura”: en la fusión del azar y la abstracción; en los flujos de energía entre los nuevos lenguajes y el de los viejos maestros, los chamanes del Prado. Como si la historia y el presente se solapasen en un tiempo y espacio definidos, explica el pintor.

A esta fiesta rebosante de color y efervescencia se unen también la sensualidad de Rubens, la atmósfera surrealista del Bosco, la energía de Goya, las modulaciones cromáticas de Tiziano. Velázquez entra en el juego a través de explosiones/relaciones mucho más complejas. El aura velazqueña obligó a Cai a realizar un tremendo esfuerzo espiritual. La presencia del sevillano se extiende ante él como un elemento elevado, situado como en un pedestal de difícil acceso, al otro lado del espejo, como en Las Meninas. Porque el arte de Velázquez alcanza un punto tan perfecto que pareciera infinito, como si hubiera traspasado las barreras de lo físico.

En la sala D se proyectará el documental dirigido por Isabel Coixet para trasladar al espectador al proceso creativo y la producción llevada a cabo por el artista para esta exposición.

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El espíritu de la pintura. Cai Guo-Qiang en el Prado. Museo Nacional del Prado. Madrid. Del 25 de octubre 2017 al 04 de marzo 2018. Comisario: Alejandro Vergara.

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