¡El tiempo vuela, que decía Booker T.! Ya han pasado treinta años desde que los escoceses The Bluebells ofrecieran un refrescante, juvenil y colorido concierto en la sala Astoria, un antiguo cine reconvertido en espectacular local para conciertos, situado en el Paseo de Extremadura, en Madrid. Eran unos pipiolos, poco más que adolescentes, que ofrecían un puñado de directas, sencillas y muy pegadizas canciones interpretadas con más entusiasmo que calidad. Sin embargo su actitud y sobre todo su repertorio, que era tan espectacularmente adictivo tanto en disco como sobre un escenario, que The Bluebells dinamizaron el aire y el espíritu de todo aquel que allí se encontraba. Su música contagiaba.
Siguiendo los pasos de otros grupos escoceses contemporáneos, como Orange Juice o Aztec Cámera, el guitarrista y compositor Bobby Bluebell, de nombre oficial Robert Hodgens, formó en Glasgow una banda para dar salida a sus canciones de pop de cantarinas guitarras, estribillos para corear en festejos para todos los públicos, ritmos irresistibles y melodías sencillas. Quizás el grupo pecó siempre de poca profesionalidad y la mayoría de sus componentes se tomaron a The Bluebells como un pasatiempo temporal y placentero, sin más pretensiones ni demasiado futuro. Tal vez por eso se separaron a mediados de los ochenta, poco después de poner en circulación su único álbum oficial en vida, el inmejorable “Sister”. A partir de ahí, alguna reunión en plan antiguos alumnos, un segundo disco en 1992 que no estaba mal pero que tampoco aportaba demasiado y algo de nostalgia.
A pesar de que su álbum “Sister” contaba con uno cuantos pildorazos propios compuestos por Robert Hodgens, como por ejemplo el tema que lo abría, la maravillosa “Everbody´s Somebody´s Fool”, o esa canción capaz de desarmar al más pintado que era “I´m Falling”, o las deslumbrantes “Red Guitars”, “Learn To Love” o “Syracuse University”, y, sobre todo ese chispazo de genialidad que era, y sigue siendo, “Cath”, su momento de mayor popularidad llegó gracias a la versión que hacían de un tema que había sacado el grupo femenino, también de los ochenta, Bananarama: “Young At Heart”. Esta canción estaba compuesta a medias por las chicas y por Hodges pero fueron ellas las primeras en grabarla y publicarla.
Con esta canción The Bluebells llegó a estar en el Top Ten británico en dos ocasiones, la primera cuando salió como sencillo, en 1984, alcanzando el número 8, y la segunda vez una década más tarde, con el grupo ya disuelto, cuando se utilizó para un anuncio de televisión de un automóvil, el Volkswagen Golf, y su compañía discográfica aprovechó el tirón y la reeditó. Esta vez subió hasta el primer puesto, lugar que mantuvo durante cuatro semanas. Incluso la banda se reunió para ofrecer una actuación para el programa de la BBC “Top Of The Pops”, en donde hicieron más humor que música.
Young at heart, young at heart
Young at heart
Yet what a start, old before their time
They married young
For love at last, was their only crime
How come I love them now?
How come I love them more?
Young at heart
You're so young at heart
Young at heart
Yet not a chance to be a child at all
They told us tales, they told us lies
Don't they know, they shouldn't have told us at all
How come I love them now?
How come I love them more?
When all I wanted to do when I was old
Was to walk out the door
Young at heart
You're so young at heart
Young at heart
You're so young at heart
How come I love them now?
How come I love them more?
How come I love them now?
How come I love them more?
How come I love them now?
How come I love them more?
When all I wanted to do when I was old
Was to walk out the door
Young at heart
You're so young at heart.
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