Classical

Un tiempo fue, Jugar con fuego. Francisco Barbieri

Incapacitados para competir con los italianos por falta de medios, los compositores españoles comenzaron a buscar una expresión musical nacional que compitiese con la ópera, algo que ya existía, la zarzuela.

Al igual que en el resto de Europa, la aparición de teatro musical en España comienza en el siglo XVII, aunque desde el principio en nuestro país se impusieron más las formas teatrales cantadas y habladas que la ópera, toda cantada. El rey Felipe IV, un monarca muy aficionado al teatro, tenía por costumbre mandar a contratar pequeñas compañías de teatro que distrajeran su ocio y el de su corte aquellos días en los días que no podía salir a cazar, fiestas que comenzaron a llamarse zarzuela porque comúnmente se desarrollaban en el Pabellón de Caza del Palacio de la Zarzuela, que significa rodeado de zarzas.

Como puede verse, estas representaciones no estaban dirigidas al pueblo, sino a los cortesanos de palacio, siendo en todo caso muy populares entre ellos. Sin embargo, con la llegada del primer Borbón al trono de España a comienzos del siglo XVIII, la zarzuela fue perdiendo su posición de privilegio en la corte a favor de la ópera italiana. El teatro español ya no era del gusto del nuevo rey, Felipe V, que casi no hablaba español. Gracias al nieto del Rey Sol Luís XIV, la zarzuela dejó de ser un espectáculo para la corte, pero precisamente por eso sus representaciones comenzaron a extenderse por los corrales de comedias y los teatros de Madrid.

Al igual que la ópera, la zarzuela es un género musical narrativo que utiliza la representación escénica con ciertas particularidades que la distinguen de aquella, entre ellas la utilización de las coplas -canciones ligeras y cómicas de las que más tarde nacerá el cuplé- y las romanzas -de temas amorosos o históricos-. A mediados del siglo XIX, estas canciones en contacto con la elegancia belcantista italiana o la finura de la romanza francesa irán evolucionando de lo popular a las romanzas más profundas del sentimiento romántico decimonónico. Después del declive del XVIII, precisamente el género se restauraría a partir de 1849, es decir, con el Romanticismo, época en la que nuestros músicos, incapacitados para competir -no por falta de calidad, sino de medios- con los italianos en la esfera de la ópera, comenzaron a buscar una expresión musical más nacional, y nada mejor que algo que ya existía, la zarzuela.

Con música de una de las personalidades más importantes de la historia de la música española, Francisco Asenjo Barbieri, y libreto de Ventura de la Vega, la zarzuela en tres actos Jugar con fuego se estrenó el 6 de octubre de 1851, en el Teatro del Circo de Madrid -el Teatro de la Zarzuela se inauguraría en 1856-, con inmenso éxito en todas las funciones durante 17 noches. Fue la zarzuela más representada en España durante mucho tiempo. La obra marcó las características del género y el inicio de la Zarzuela Grande o Gran Zarzuela, así llamadas por ser las del primer periodo tras la restauración del género y poseer unas características diferentes a las posteriores, entre ellas contener más de un acto. De su tercer acto, hoy seleccionamos la romanza Un tiempo fue que en dulce calma…Cuán presto, ay mísera, más conocida como Romanza de la Duquesa de Medina, que además de aquí podeis escuchar en el anuncio de El Ocaso. Su letra dice así

Un tiempo fué que en dulce calma,
libre de mágica ilusión,
ni se agitaba inquieta el alma,
ni palpitaba el corazón.
¡Cuán presto, ay mísera, cuán presto huyó!
Como un relámpago desapareció.

Tirano amor, rapaz vendado,
vengóse al fin como deidad:
de mis desdenes irritado,
postró a sus pies mi vanidad.
¡Tú de mis lágrimas único autor,
salva tu víctima, tirano amor!

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