Classical

To danton me. Francesco Barsanti

A Barsanti se le conoce por sus seis sonatas para flauta y por sus veintiocho aires escoceses dedicados a Lady Erskine.

En el siglo XVIII, Inglaterra tenía un gobierno democrático relativamente estable apoyado en un imperio colonial que hacía crecer las arcas del estado a un ritmo extremadamente acelerado. Londres era el centro del mundo y la sociedad más moderna de Europa, como pudo comprobar Samuel Johnson cuando dijo su famosa frase el que está cansado de Londres está cansado de la vida, pues en Londres hay todo lo que la vida puede permitir.

La ciudad del Thamesis era un paraíso para cualquier compositor que se decidiera a probar suerte buscando fama y fortuna, incluidos aquellos que habían tenido una concienzuda formación en su país natal, donde también tenían trabajo. Los comerciantes, los artesanos y una nueva clase media tenían el dinero necesario para dedicar su tiempo a asistir a la ópera, a las salas de conciertos y a los parques, donde también se ofrecía de forma más o menos improvisada desde música instrumental a las últimas producciones teatrales. No eran por tanto la corte o las casas nobiliarias las que prometían mayores ingresos sino una vida como instrumentistas o como compositores frelancers.

El más conocido de todos ellos fue el alemán George Frideric Handel, que después de pasar por Italia dominó durante mucho tiempo la ópera y el oratorio inglés y amasó una enorme fortuna como empresario de ópera, seguido por Arcangello Corelli, el llamado Príncipe de los músicos, que con su nueva forma de entender el concierto instrumental era muy bien recibido por la más alta aristocracia de Francia e Inglaterra. Y detrás de ellos, Johann Christian Bach, Carl-Friedrich Abel y un buen número de compositores italianos que, si bien dominaban con su estilo todo el continente, se hicieron en Inglaterra aún más visibles e influyentes. Además, en más ocasiones de las que pudiera parecer, desde Londres se produjo una auténtica diáspora musical italiana hacia los territorios vecinos. Hacia Escocia partieron para ser recibidos con los brazos abiertos, entre otros, Bocchi, los hermanos Corri, Pasquali, Stabilini, los Passerini, Urbani, Tenducci, Geminiani y Barsanti, un flautista, oboísta y compositor natural de la muy respetada ciudad toscana de Lucca.

Como tantos otros, después de completar sus estudios en Padua, Francesco Maria Barsanti se aventuró en 1714 a marcharse Londres donde pasaría la mayor parte de su vida. En 1735, siendo un famoso músico de cuarenta años partió, bajo el patrocinio de Lady Erskine, hacia Edimburgo para interpretar música italiana ante una sociedad impaciente por escucharla. Pero rápidamente reconoció y explotó el potencial de las bellas melodías del viejo folklore escocés, adaptando muchas de ellas a la elegancia y virtuosismo italianos. Muchas de ellas las recogió en una colección que muestra su profunda afinidad por la música de su país de adopción, donde pasaría siete años y donde se casaría con una mujer de la alta aristocracia de apellido desconocido.

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