El baile de los atarantados es un fenómeno observado hasta bien entrada la mitad del siglo XX en Gargano, formación montañosa que da nombre a la comarca de Apulia septentrional cercana a Tarento de donde posiblemente procede su nombre. La liturgia se origina por la dolorosa mordedura de una tarántula cuya ponzoña atacaría el Sistema Nervioso Central provocando un temblor descontrolado de todo el cuerpo que sólo puede curarse mediante el sudor producido por una danza continuada durante varios días. En cualquier caso, el mito descansa en la creencia de que el espíritu de la araña permanece en el interior de la víctima para siempre.
La relación entre la araña y la posesión se remonta a la antigüedad clásica, como manifiesta el mito griego de Aracné, aunque según consta en el tratado Sertum papale de venenis atribuido al paduano Guillermo de Marra, el ritual terapéutico se remonta al menos al siglo XIV. Hay otras muchas noticias al respecto. En 1693, el médico de Lucera Domenico Sangineto cuenta que en Motta de Montecorvino, pueblo de montaña cercano a Gargano, observó a cinco atarantados bailando juntos. También en su obra De Phalangio Apulo, publicada en 1706 en Nápoles, el sacerdote Ludovico Valetta cita el caso de una mujer de Lucera, localidad también cercana a Gargano, que fue poseída por la tarántula tristona. Cuando el sacerdote jesuita Athanasius Kircher visitó Italia a mediados del siglo XVII recogió mucho material que luego utilizó para sus libros. También recogió algunos fragmentos musicales utilizados en los rituales que posteriormente se formalizaron bajo los nombres de Tarantella y Pizzica, una forma relacionada de curioso nombre, pues en italiano pizzicare describe tanto la supuesta picadura de la araña como una singular forma de pellizcar y hacer sonar cualquier instrumento de cuerda.
En la actualidad en el norte de Apulia ya no hay casos de tarantismo, pero la tarantela se sigue bailando de dos formas, pues existe la tarantela de combate y la de cortejo, como esta que hoy proponemos que escuchéis. Bueno, en realidad hay tres: la ritual destinada a la curación de la picadura de la tarántula. Araña que por cierto no es venenosa, pero que si te muerde te provoca unas irrefrenables ganas de bailar para siempre.