“Persephone” es el décimosegundo y último corte del álbum que Tamino publicará el próximo 19 de octubre. El disco se titulará “Amir” y saldrá a la venta a través del sello Communion, con distribución Caroline. De esta canción también se ha compartido un sobrio vídeo en blanco y negro.
Tamino es un joven cantante y compositor de 21 años de origen belga, egipcio y libanés. Acaba de dar la forma definitiva a su álbum de debut, un disco poderoso y visceral. “Amir”, que así se titula este primer larga duración, contiene algunos temas de su EP “Habibi”, entre ellos “Indigo Night”, en el que toca el bajo el mismísimo Colin Greenwood de los afamados Radiohead.
En esta ocasión, no obstante, la mayoría de los instrumentos que se pueden escuchar a lo largo de “Amir” los interpreta el propio Tamino y le acompañan también el colectivo de músicos árabes afincados en Bruselas y conococidos como Nagham Zikrayat. La orquesta está formada por músicos profesionales de oriente medio, la mayoría de los cuales tienen estatus de refugiados tras haber huido de los conflictos bélicos de Irak o Siria.
La gran mayoría de los músicos de pop que han partido de una formación clásica han tenido que hacer un largo recorrido desde la ortodoxia musical, la disciplina, la tradición, el aprendizaje y la estructura para alcanzar los logros y, más tarde, romper las reglas. Artistas como St. Vincent, Laura Mvula, Joanna Newsom, los hermanos Dessner de The National, Matt Bellamy de Muse, James Blake, Jeff Buckley o Julia Holter consiguieron hacer esa transición y mantener no solo una reputación sino que además poseen una solidez que les ha permitido dedicar su vida a la creatividad.
Ahora debemos incorporar un nuevo nombre a esa lista, el de este joven músico belga de 21 años conocido como Tamino. Su primer single publicado en el Reino Unido fue “Habibi”, una canción sorprendente interpretada por un cantante que surgía de la nada pero perfectamente preparado, como si fuera un artista consagrado. “Habibi”, que significa `mi amor´o `querido´ en árabe, es una composición que se burla de las habituales preguntas sobre la época y el género. Una cuestión muy actual, por otra parte.
Tamino, un músico cuya crianza y transnacionalidad elude cuestiones complejas de procedencia y encasillamiento, es a la vez clásico y moderno, evocador en la forma en la que retrata el amor, de una forma majestuosa pero condenada. Nos plantea la decadencia romántica del “Cuarteto de Alejandría”, de Lawrence Durrell, y la poesía de tierra queda, la que brota de un corazón lleno de sombras como el de Nick Cave. Musicalmente es pop con mayúsculas, pero no por ello es fácil de catalogar, ya que permanece impermeable a cualquier consideración de estilo, moda y comercialidad. En ese sentido es absolutamente actual. Pero al mismo tiempo hay en él algo tan mundano, desafiante e individualista que lo enmarca en lo sublime, en lo glorioso. La voz de Tamino no encuentra obstáculos entre las octavas, su falsete se vuelve etéreo y entonces aparece aquello que siempre perdura en la memoria: lo bello.
Tamino toma su nombre del personaje principal de la ópera “La flauta mágica” de Mozart. Recientemente fichó por el sello Communion, cuyos responsables quedaron impresionados por su talento y le ofrecieron la oportunidad de volver al estudio y regrabar las canciones que lanzó el año pasado en forma de EP. “Habibi” fue la primera muestra del resultado y de la impresionante capacidad vocal de este joven que recuerda al malogrado Jeff Buckley en muchos aspectos, y que dice haber crecido entre los discos de Serge Gainsbourg y Tom Waits de la colección de su madre e inspirado por su propio abuelo, el famoso actor y músico egipcio Moharam Fouad.
“Persephone” es el nuevo avance de su esperado álbum de debut, “Amir”, que estará disponible a partir del próximo 19 de octubre.
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