Classical

Suite HMV 434, Minueto. George Frideric Handel

Handel consiguió realizar en su música para teclado une síntesis muy personal de los estilos italiano, francés y alemán.

Si buscásemos un año mágico y destacado en el mundo de la música clásica, sin duda sería 1685, año en el que se concentró el nacimiento de tres grandes compositores, creadores cada uno de un universo singular, George Frideric Handel –23 de febrero-, Johann Sebastian Bach –21 de marzo- y un no menos importante Domenico Scarlatti -26 de octubre-.

La música para clave de Handel es abundante, pero al lado de su producción lírica y religiosa, el papel jugado por sus piezas para teclado ha sido modesto y siempre relegado a la sombra de la de Rameau, Couperin, Scarlatti, y por supuesto, a la de su compatriota Bach. Sin embargo, al contrario de lo que le sucedió a otros, la música de Handel después de su muerte jamás cayó en el olvido, Mozart reorquestó El Mesías en 1789, Beethoven le consideraba como el compositor más grande de todos los tiempos, Berlioz admiraba sus oratorios, Franck estudió sus fugas y Brahms compuso sus célebres Variaciones para piano op. 24 sobre el Aria que precede al Minueto de la Suite HMV 434.

En 1685 el piano no existía, aunque este grande no se habría negado a que sus piezas para clave resonasen bajo los dedos de pianistas como Wilhelm Kempff, el autor del arreglo para piano del minueto de la Suite HMV 434. Menos aún a que lo hicieran bajo los de la joven pianista georgiana Khatia Buniatishvili.

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