Ludwig Van Beethoven compuso la Sonata para piano número 14 en do sostenido menor Quasi una fantasía”, Op.27, número 2, popularmente conocida como Claro de luna, en 1801, cuando con 31 años se encontraba enamorado de una alumna suya, la condesa Giuletta Guicciardi de 17. Posterirmente el nombre de Sonata Claro de Luna se lo dio el crítico musical Ludwig Rellstab, quien la comparaba con un claro de luna sobre el Lago de Lucerna.
Una de las muchas leyendas que existen sobre esta Sonata cuenta que una noche, mientras Beethoven y un amigo se encontraban paseando por una de las calles más pobres de Bonn, oyeron una preciosa melodía que salía de una de las casas. Impresionado, Beethoven entró a la vivienda sin llamar a la puerta dejándose llevar por su habitual determinación, lo que causó un fuerte sobresalto en el anciano zapatero que la habitaba y la joven que ejecutaba la pieza a la tenue luz de una vela. La joven virtuosa era ciega y explicó que había aprendido a tocar muchas de las piezas de un Maestro desconocido para ella, un tal Beethoven, tan sólo oyendo practicar a una vecina. Al escuchar esas palabras, Beethoven se disculpó por la intromisión, se presentó y dirigiéndose al piano, comenzó a tocar los primeros acordes de su Quasi una fantasia, un lento, triste y majestuoso movimiento que posteriormente se convertiría, dadas las horas y las circunstancias, en su Sonata a la luz de la luna.
Sea una dedicatoria a la mujer amada o ese casual encuentro con la joven ciega la Sonata Claro de Luna es una de las obras más representativas del gran compositor alemán.