Sinfonía nº 98, Menuetto-Allegro. Joseph Haydn. 1
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Sinfonía nº 98, Menuetto-Allegro. Joseph Haydn

La Sinfonía nº 98 es la sexta de las doce Sinfonías de Londres de Joseph Haydn.

Handel es al Oratorio Sacro lo que Haydn es a la Sinfonía, maestros. Al austriaco Joseph Haydn se le conoce como el padre de la sinfonía y, aunque no alcanzó la fama y el renombre de Mozart o Beethoven, es indudable que es uno los imprescindibles para entender el movimiento romántico que vendría después. Durante una de sus visitas a Viena, conoció a Mozart. Viajó a Inglaterra, escuchando en la Abadía de Westminster los oratorios de Handel, que luego le inspirarían La Creación, obra terminada ya en Viena al final de sus días. Haydn es un compositor prolífico, que escribió más de 100 sinfonías, cerca de 80 cuartetos para cuerdas, más de 50 sonatas, 31 tríos para piano. También compuso 14 misas, más de 20 óperas, etc.

Joseph Haydn (1732-1809) fue durante gran parte de su vida el músico de cámara de la acaudalada familia austrohúngara Esterhàzy, verdaderos amantes de la música y a los que les debe su pronta fama. Pero al igual que al nutrido grupo de músicos que lo acompañaba, los Esterhàzy le mantuvo atado a la corte, por otro lado bastante aburrida. Pero en septiembre de 1790 fallecía el Príncipe Nikolaus y Joseph Haydn pudo finalmente liberarse de su jaula dorada. El nuevo príncipe Paul Anton Esterhazy lo mantuvo en su puesto, pero a sus casi sesenta años - veintidós de los cuales los había pasado encerrado entre los muros de Esterhaza - le permitió salir a ver mundo. Para entonces, todo el mundo quería conocer a aquella celebridad y, sducido por la propuesta del empresario y violinista Johann Peter Salomon, marchó a Londres, no sin antes despedirse de un triste Mozart que le confió su intuición de que nunca más volverían a verse.

Las 12 Sinfonías de Londres, compuestas entre 1791 y 1795,  son las últimas y las más conocidas de Haydn. La sexta de ellas, la Sinfonía nº 98, se estrenó en marzo de 1792, posiblemente con el propio Haydn al clavecín y empleando, por primera vez hasta la fecha, las trompetas y los timbales en si bemol. Experiencia que debió satisfacerle pues volvería a repetirla en la Sinfonía Nº 102, en sus últimas misas y en algunos números de La Creación.

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