Classical

Sinfonía Fantástica, Marcha al cadalso. Héctor Berlioz

Está considerada por muchos la mejor de sus obras.

Compuesta en 1830 y estrenada en París el 15 de diciembre de ese mismo año llevando por subtítulo Episodios de la vida de un artista, La Sinfonía Fantástica fue considerada desde su estreno no sólo como una obra maestra, sino como un gran paso adelante en el concepto romántico de la música programática o descriptiva.

La autobiografía siempre ha resultado un género atractivo para lectores y escritores, aunque los compositores no han permanecido ajenos al influjo autobiográfico, aunque con sonidos en vez de palabras. Ese es el caso de la Sinfonía Fantástica de Héctor Berlioz, una obra inspirada en sus propias experiencias en la que el joven Berlioz cuenta la vida de un joven artista que enloquece de amor. La idea de la mujer amada se repite como idea recurrente a lo largo de sus cinco movimientos en una forma subjetiva de ver el mundo, sin la que el romanticismo jamás hubiera podido existir.

En 1827, después de cultivar cierta afición por Goethe, Berlioz cambió sus preferencias hacia William Shakespeare. Este cambio en sus gustos literarios se debió al hecho de que se enamoró de Harriet Smithson, la joven actriz irlandesa que interpretaba el papel de Ofelia en el Hamlet que una compañía teatral británica representaba en París.

La Sinfonía fantástica, como tantas otras obras de calidad, puede escucharse como música pura, sin hacer uso de su programa literario. La Marcha al cadalso es el cuarto movimiento de la sinfonía en el que el artista sueña que ha matado a la amada y es conducido al cadalso a pagar su crimen.

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