La Sinfonía n.º 45 en fa sostenido menor, mejor conocida como Sinfonía de los adioses, es una obra de Joseph Haydn compuesta en 1772 y una de sus composiciones más populares y sugerentes. Fue compuesta en pleno apogeo del movimiento Sturm und Drang –Tormenta y Pasión- manifestación artística nacida en Alemania en la segunda mitad del siglo XVIII consistente en dejar las emociones a la subjetividad creativa del artista, negando de esta forma el racionalismo impuesto por la ilustración.
Haydn no tiene el renombre de Mozart y Beethoven, aunque es uno de los imprescindibles para entender el movimiento romántico posterior. Era el músico de cámara de los Esterhàzy, una adinerada familia austrohúngara de larga tradición y verdaderos amantes de la música. Su vida, parece ser que trascurría bastante aburrida entre Viena y una de las varias casas que tenían esta poderosísima familia repartidas por el imperio austro-húngaro, lugares donde se dedicaba a componer cualquier tipo de pieza musical con el objetivo de homenajearles o entretenerlos, según la circunstancia. Y lo hacía acompañado de un nutrido grupo de músicos.
Los expertos dicen que Haydn compuso la Sinfonía de los Adioses durante una temporada de verano que se estaba alargando más de lo habitual, con el correspondiente malestar por parte de los músicos que llevaban meses sin ver a sus familias. Haydn, para hacer caer en la cuenta a los patronos del fastidio, se le ocurrió la feliz idea de componer una sinfonía en la que los músicos no terminaban de tocar todos a la vez, sino que irían marchándose poco a poco a medida que iban terminando. Reivindicación de la que se dio cuenta el príncipe cuando quedaban tan sólo dos violines, pronunciando el célebre Si todos se van, igual nosotros también deberíamos irnos.