“Con profundo pesar anunciamos que el legendario poeta, compositor y artista, Leonard Cohen ha fallecido. Hemos perdido a uno de los visionarios más prolíficos y venerados de la música”. Con estas palabras anunciaba su muerte la página web oficial del admirado y querido cantante canadiense. Leonard Cohen, nacido el 21 de septiembre de 1934 en Westmount, Quebec, contaba con 82 años y el pasado 21 de octubre había publicado su cuadragésimo álbum de estudio, “You Want It Darker”, en el que se declaraba estar preparado para el final de sus días.
Descendiente de judíos emigrados a América desde Europa, Leonard Cohen se interesó desde muy joven por la literatura, la poesía y la música y especialmente por la figura de Federico García Lorca. Cuando era un adolescente aprendió a tocar la guitarra y formó una banda de country folk llamada The Buckskin Boys. Pero a él le atraían algunos aspectos poco corrientes entre los jóvenes de su tiempo, como el flamenco, la guitarra española y, sobre todo la poesía, materia con la que debutó ante el público leyendo algunos de sus escritos. Muchos de estos terminaron convirtiéndose en canciones. En el invierno de 1967 publicó su álbum de debut, “Songs Of Leonard Cohen”, publicado por Columbia, que incluía dos de sus canciones más emblemáticas, “Suzanne” y “So Long, Marianne”. El LP tuvo más éxito en Europa que en Estados Unidos, en donde se convirtió en un objeto de culto. En Reino Unido, por ejemplo, permaneció un año en la lista de discos más vendidos.
A lo largo de sus cuarenta discos y su casi cincuenta años de carrera musical, Leonard Cohen se ganó la fama, la admiración y el respeto del público, la crítica y de sus compañeros de profesión, que le consideraban un ejemplo. Además de su interés musical, la figura artística de Leonard Cohen destaca por la calidad de sus textos, tanto por la lírica de sus canciones, como por su poesía, así como también por sus novelas. A través de relatos, imágenes y escritos, Cohen exploró territorios humanos, como la política, la religión, la sexualidad o las relaciones personales. Por ello recibió numerosos premios, entre otros el Príncipe de Asturias en 2011.
Un personaje socarrón, de mirada inteligente y profunda, que era capaz de trascender más allá de lo superficial y ahondar en los sentimientos y las reflexiones. Tal vez su música no fuese más que una simple herramienta para dar cabida a su literatura, pero su inteligencia para rodearse siempre de buenos y exquisitos músicos y su innato buen gusto para presentar con extraordinaria sencillez los momentos más cuidados y elaborados, hicieron que sus discos siempre tuvieran un altísimo grado de calidad e interés. A lo largo de los años. Y además es autor de algunas inolvidables canciones, como “Hallelujah”, convertida ya en todo un clásico, y “Dance Me To The End Of Love”, ambas incluidas en su excepcional álbum “Various Positions” de 1984, “Joan Of Arc”, “First We Take Manhattan” o “Take This Waltz”, por citar sólo unas pocas.
La admiración de Leonard Cohen por el genio de Federico García Lorca se plasmó de forma más evidente en la canción “Take This Waltz”, publicada en 1986 en el álbum “I´m Your Man”. Se trata de una traducción al inglés, más o menos libre, del poema “Pequeño Vals Vienés” del poeta granadino, incluido en su libro “Poeta En Nueva York”. De este tema, cuyo single llegó a ser Número 1 en España, también se realizó un videoclip. En él, una vez más, Leonard aparecía, como siempre, vestido de negro, cigarro en ristre, envuelto en humo, elegante, sereno y magnífico.
En tiempos convulsos como los actuales, no estaría de más guardar un minuto de silencio y dejar que suene cualquier canción suya. El mejor tributo a un artista de su talla, de su magnitud, sea contemplar su obra y reflexionar sobre ella y sobre uno mismo. Seguir su ejemplo. Imborrable Leonard Cohen. Adiós, señor.
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